domingo, 21 de junio de 2009

Vicente Ferrer II

Reconozco que, antes de su muerte, lo que conocía de este personaje era a través de comentarios de mi mujer. Pero a raíz del desenlace final de su existencia, he leído un poco su biografía, y francamente me ha impactado. ¡Aún queda gente con un par!.

"Llegó a Anantapur (La India) en 1969 (el mismo año que el hombre pisó la Luna), para ayudar a los pobres de los pobres, los "intocables". Lo hizo desde una pequeña casa que le dejó una organización protestante y en la que sólo había una mesa, una silla, una máquina de escribir y un mensaje en la pared: «Espera un milagro». Y lo que pensó nada más leerla: que no había milagro que esperar, que había que salir a buscarlo, que era una locura pero que había que intentarlo.
Mucho antes, en el frente del Ebro, durante la Guerra Civil española, donde luchó sin pegar un solo tiro en el bando republicano, y en las calles de Barcelona, donde nació el 9 de abril de 1920, vio lo primeros intocables de su vida.

En el frente del Ebro vio la luz que le llevó a la Compañía de Jesús. Después pasó una temporada en el campo de concentración de Betanzos antes de volver a Barcelona e irse a estudiar a un monasterio en las laderas del Moncayo. Y del Moncayo a la India.
El 13 de febrero de 1952 atracó en Bombay, atravesó la Puerta de la India y pisó por primera vez su nueva patria. Sus primeros años en Mammadh, le supuso un auténtico descenso a los infiernos. Supo entonces que tenía que pasar a la acción, que él no había llegado allí para orar, ver y callar. Empezó construyendo con sus manos un pequeño hospital, luego un colegio, después un pozo tras otro hasta que finalmente se puso a repartir trigo con un carro tirado por un par de bueyes. «Nunca les hablaba de Dios, había otras prioridades», se decía y se repetía, y que él no había llegado hasta allí para elevar las estadísticas de bautizos.
Sus métodos empezaron a no gustar. Ni a la Compañía de Jesús ni a las autoridades locales que le veían demasiado poderoso. Estos le quisieron echar y aquellos reconducir. Pero él siguió su camino y la orden de expulsión no tardó en llegar. Fue el 27 de abril de 1968. Durante el siguiente año, mientras la burocracia iba retrasando su salida del país, cientos de miles de personas de todo el estado de Maharastra se manifestaban periódicamente en Bombay contra la salida de "father" Ferrer. Fue propuesto para el Nobel de la Paz. Al final, Indira Gandhi, presidenta del país, dijo la última palabra; un telegrama suyo leído ante más de 30.000 personas zanjó la cuestión: «El padre Ferrer marchará al extranjero para pasar unas cortas vacaciones pero será bienvenido a su vuelta».
La Compañía le quiso atar corto y los políticos le prohibieron volver a Maharastra. Aquéllos quisieron que se dedicara exclusivamente a la enseñanza y de éstos sólo el gobernador de Andhra Pradesh, una de las zonas paupérrimas de la India, le permitió quedarse en su estado. Y allí se fue, en 1969, después de unas cortas vacaciones. Y con él, Anna Perry, una periodista inglesa de 22 años, 26 menos que él, que era la encargada de cubrir las manifestaciones de Bombay a favor de Vicente. Y La Compañía de Jesús terminó expulsándolo.
En 1969 habían creado RDT (Rural Development Trust o Consorcio para el Desarrollo Rural), el instrumento mágico con el que se puso en marcha la mayor transformación que se recuerda en un estado indio a manos de una organización no gubernamental… y en 1996 vio la luz la Fundación Vicente Ferrer (FVF) y con ella un programa de apadrinamiento de niños que a día de hoy supera ya los 135.000.
Y este milagro tiene más cifras que las de los populares apadrinamientos: más de 2,5 millones de personas de 1.874 pueblos del distrito de Anantapur, que se acerca a los cuatro millones de habitantes, se benefician de los proyectos de RDT y la FVF. A lo largo de estos años se han construido 39.000 viviendas para las familias más desfavorecidas; además, tres hospitales generales, un centro de planificación familiar, un centro para enfermos terminales de sida y 14 clínicas rurales funcionan a pleno rendimiento; han levantado 1.696 escuelas y centros educativos y 120 bibliotecas que educan a 158.000 alumnos de primaria y secundaria; además, cerca de 500 jóvenes más están preparándose para entrar en la universidad y otros tantos están cursando ya carreras universitarias. Y luego están los centros especiales para invidentes, sordos, discapacitados psíquicos; un total de 1.300 "shangams" acogen a 15.600 personas con distintas discapacidades, que cuentan además con 18 escuelas residenciales.
También miles de pozos afloran por todo el distrito, y casi 2.300 embalses de distintos tamaños consiguen dos y hasta tres cosechas por año gracias a los casi tres millones de árboles frutales plantados. Además, más de 70.000 mujeres se han unido en más de cuatro mil asociaciones para que puedan participar activamente en cualquier aspecto de su vida o de la vida de su comunidad con los mismos derechos del hombre. Todo esto después de que en 1982 se pusiera en marcha un ambicioso plan de control de la natalidad que ha contribuido de manera significativa a mejorar el nivel y la calidad de vida de miles de mujeres." (Extraído del obituario del diario el Mundo del sábado 20 de junio de 2009).
Más gente así, y menos beneficio industrial haría falta.

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