viernes, 30 de abril de 2010

La matemática de las ideologías


Está reciente la paliza que le ha propinado un antifascista a un fascista en el Metro de Madrid. Hace algún tiempo ocurría lo propio aunque en sentido inverso. Y la de veces que ocurrirá cada mes sin que salga reseña alguna en los Telediarios.

Matemáticamente es demostrable que cualquier ideología llevada al extremo se iguala a la opuesta. ¿Por qué? Porque la curva que describe las ideologías tiene forma de elipse, en la que te puedes desplazar a izquierda o derecha (eje X, que simboliza la ideología) hasta alcanzar un máximo (A', A), a partir del cual, crece la radicalización (eje Y), y en lugar de avanzar retrocedes hasta alcanzar el mismo grado de extremismo que si hubieras optado por la ideología inversa (B).

El margen entre los máximos del eje X, por debajo de cero en el eje Y, es el margen aceptable de convivencia. El margen por encima de cero en el eje Y, marca el intervalo de radicalización excesiva que llega a su punto más alto en la dictadura. ¿Dictadura de izquierdas o de derechas? ¿Extremismo de izquierdas o de derechas? ¡Que más da!, se ve claramente en el gráfico que coinciden (B).

miércoles, 21 de abril de 2010

Filósofa precoz

Hace unos días, al acostar a mi hija, llevaba yo una revista en la mano. Ella se fijó y me preguntó:

- ¿Te vas a acostar?

- Sí - le contesté.

- ¿Te llevas una revista?

- Sí -volví a contestar- Es una revista para leer cosas de mi trabajo, o mejor dicho de mis estudios (ahora estoy realizando un curso). Bueno -aclaré- es una de esas cosas raras que hace tu padre.

A lo que ella contestó:

- Lo raro es lo que te hace diferente, y eso es guay.

Por un momento me pareció estar viviendo "El Principito", o "la Princesita" en este caso.

domingo, 18 de abril de 2010

A MEDIA ASTA

El viernes fallecieron cuatro militares españoles que se encontraban en Haití ayudando a la reconstrucción del país tras el reciente terremoto. El fallecimiento se produjo por un accidente del helicóptero en el que se desplazaban desarrollando labores logísticas.
La de Haití no está considerada como una Operación de Paz, pero nuestros militares se encuentran allí dando el callo, al igual que lo hacen en otras zonas del planeta, en Operaciones de Paz, en guerras y protegiendo a los pescadores de los piratas.
Hasta aquí todo es conocido, y no es lo que me ha hecho escribir este post. Lo que ha desencadenado esta escritura es que me he puesto a pensar que hay gente que se está dejando la piel por ahí fuera, y también dentro de nuestro país, y que son precisamente los que desarrollan estas profesiones los peor valorados en nuestro país. Incluso a veces se les atribuyen ideas políticas, comportamientos extremistas,... sin conocerlos de nada, y sin que nadie se pare a pensar que detrás de sus uniformes y sus profesiones hay personas, con familias, que piensan igual que los demás, a los que les gusta el fútbol, las mujeres, los hombres, que son de izquierdas, también los hay de derechas,... que son como todos los demás.
Se asocian esas profesiones, militares, policías, con la represión y con los extremismos. Nada más lejos de la realidad. Esas profesiones están llenas de gente muy preparada que se juegan la vida por defender a los demás, por intentar crear un mundo mejor y más seguro, que para realizar su trabajo se separan de sus familias durante meses, y que realizan su trabajo en unas condiciones de gran dureza.
Es curioso, pero el comentario general sobre nuestros Ejércitos y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad suele ser despectivo, y no nos damos cuenta de lo avanzado de la tecnología que utilizan, de lo difícil que es acceder a esos empleos, del nivel de estudios y actualizaciones que se requieren, y del grado de sacrificio y entrega que debe poseerse. No valoramos lo que tenemos. Es como los niños pequeños, que siempre ven mejor lo que tiene su amigo.
Tenemos unas Fuerzas Armadas y unos Cuerpos de Seguridad de un gran nivel, con unos excelentes profesionales, que no tienen nada que envidiar de otros de este mundo, y que desarrollan una labor muy necesaria. Todos hemos necesitado a la Policía alguna vez o hemos agradecido su presencia. Incluso los atuneros vascos han pedido que les defienda el Ejército.
Es ésta una reflexión desde la pena que se habrá instalado en la casa de las familias de los militares fallecidos en Haití este fin de semana, al igual que antes ocurrió en otros lugares de la Tierra. A esas familias les doy mi más sincero pésame, y a ellos las gracias por su valor y entrega desinteresada.
Éste es un post que me hubiera gustado no escribir, pero creo que estas personas se merecen nuestro respeto, y homenajearlos como es debido, como hacen otros países.
Dejemos el pasado en su sitio, esto es atrás. Maduremos como ellos han madurado, y sintámonos orgullosos de ellos.
Para todos los fallecidos de nuestros Ejércitos y Cuerpos de Seguridad, mi más sincero agradecimiento por su entrega (que ojalá no hubiera tenido un final tan trágico), mi respeto y mi admiración. Y para sus familias todo mi apoyo y cariño.

miércoles, 14 de abril de 2010

Nes Ca Fé. Filósofia de bar.

Tengo un libro de filosofía de cabecera. Casi todos los días dedico un rato de mi tiempo a leer algunas de sus enseñanzas. No, no es Sun Tzu, ni Kierkegaard, ni tan siquiera el inigualable Ramón Tosas. El libro en cuestión se compra en fascículos en las cafeterías. Sí, en las cafeterías, no toda la sabiduría se encuentra en las bibliotecas.

No voy a dar más rodeos, lo que leo son las enseñanzas de Nescafé, y hoy me he encontrado en la parte posterior del sobrecito una que dice: " a veces perder el tiempo es la mejor manera de emplearlo", así que he decidido tocarme los..., esto, las narices.

domingo, 11 de abril de 2010

Ceniciento Troncal


Érase una vez un joven muy macizo que no tenía padres, sino padrastro (como los pellejos de los dedos), un viudo impertinente con dos hijos a cual más feo. Era él quien hacía los trabajos más duros de la casa y como sus vestidos estaban siempre manchados de ceniza, todos lo llamaban Ceniciento.


Un día, la Reina de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todos los jóvenes casaderos del reino.

- Tú Ceniciento, no irás -dijo el padrastro-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos.

Llegó el día del baile y Ceniciento apesadumbrado vio partir a sus hermanastros hacia el Palacio Real. Cuando se encontró solo en la cocina picando unos tacos de chorizo con unos vasos de vino, se le apareció su Hado Padrino.

- No te preocupes -exclamó el Hado-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándolo con su varita mágica lo transformó en un maravilloso joven, y le quitó el vicio de fumar.

La llegada de Ceniciento al Palacio causó honda admiración. Al entrar en la sala de baile, la princesa quedó tan prendada de su belleza que bailó con él toda la noche. Sus hermanastros no lo reconocieron y se preguntaban quién sería aquel joven.

En medio de tanta felicidad Ceniciento oyó sonar en el reloj de Palacio las doce.
- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.

Como una exhalación atravesó el salón y bajó la escalinata perdiendo en su huida una bota chiruca, que la princesa recogió asombrada. ¿Porqué se habrá ido tan rápido, si hoy no hay fútbol?- se preguntaba.

Para encontrar al bello joven, la Reina ideó un plan. La princesa se casaría con aquél que pudiera calzarse la bota. Envió a sus heraldos y heraldas, en comitivas paritarias de miembros y miembras, a recorrer todo el Reino. Los señoritos se lo probaban en vano, pues no había ni uno a quien le fuera bien el botarro.


Al fin llegaron a casa de Ceniciento, y claro está que sus hermanastros no pudieron calzar la bota, pero cuando se lo puso Ceniciento vieron con estupor que le estaba perfecto, y que el olor que emanaba el calzado coincidía con el aroma a Torta del Casar de los pies de Ceniciento.

La princesa le pidió su mano (y el resto del cuerpo, sino esto sería Jack el destripador), pero antes de dar el sí, Ceniciento confesó que era hermafrodita. La naturaleza le había hecho así para no incumplir la ley de paridad.

Una sonrisa iluminó la cara de la princesa. Os reís de mi desgracia- dijo Ceniciento.
No, sonrío de felicidad porque yo también soy hermafrodita, y así no podrá oponerse nadie a nuestro enlace, ya que cumplimos hasta el Bando Real de igualdad.


Y así sucedió que la princesa se casó con el joven, que se convirtió encantado en hombre objeto, y vivió de los cuidados de la princesa, y de las rentas de los cantares del corazón, que ya se estilaban por aquella época.


La Reina, como regalo de boda les entregó el mapa de un tesoro, no era el de Sierra Madre, sino el de la excitación sexual del clítoris. La emoción hizo correr lágrimas por las sonrosadas y rasposas mejillas de los contrayentes.

Y colorín, colorete, por la chimenea salen cohetes. ¡Chisssssss! ¡Pum!

Si Perrault levantara la cabeza me daba de patadas en los mismísimos. Pero Bibiana ha dicho que cambiemos el sexo de estos cuentos, porque eran sexistas y daban un papel sumiso a la mujer (pa sumisa la madrastra), así que aquí está la nueva versión.

lunes, 5 de abril de 2010

PRETECNOLOGÍA URBANÍSTICA


Durante estos días de Semana Santa, que he dedicado a pasear por el Madrid de los Austrias, el Barrio de la Letras (muy típico todo, tan típico y cercano que casi no lo hago nunca), y por los pueblos de la Comunidad, me he encontrado con curiosidades como la de la foto. La señal se encuentra en una calle de Galapagar, y al verla se me ocurrieron dos explicaciones:
a) La empresa contratada colocó mal la señal, y para evitar sacarla, girarla y que apuntara en la dirección correcta, optaron por pintarle otra flecha a mano alzada. Desde luego el pintor no fue Miguel Ángel (por lo mal hecha que está, y porque la flecha la sujetaría un efebo con las criadillas al aire)
b) Que un vecino interesado en que la gente no aparque en la acera de la puerta de su casa hubiera comprado una cartulina, la hubiera recortado en forma de flecha, y con nocturnidad, alevosía y un bote de pintura blanca, pintara la raquítica flecha de la derecha. Dicho vecino goza de mi simpatía, porque puedo ver que hay gente tan inútil como yo para los trabajos manuales, o pretecnología como se llamaba en mi época. A mi me tuvieron que hacer mis padres maceteros de marquetería (¡aquellas malditas sierras de pelo!), timbres (¡coño! El profesor quería ver un timbre ¿Qué pasa que en su casa se llamaba con un aldabón), generadores,... Ya digo que hasta aquí me solidarizo con la chapuza, pero hay que ser muy ingenuo para creer que por poner una señal de prohibido aparcar la gente va a dejar de hacerlo. Evidentemente, la calle estaba llena de coches aparcados en esa acera.
Vale. Que sí. Que eres como yo en pretecnología, y eso te da puntos, pero no seas pinzo que nos devalúas la autoestima.
Mi consejo es que te dediques a los grafitis, o a diseñar una cúpula con papel del váter como el Barceló. Esto último da mucha pasta y tiene un coste muy pequeño. Además seguro que todos lo hemos practicado de pequeños tirando papeles al techo con el canuto del boli. Incluso puedes versionarlo un poco lanzando lonchas de mortadela al techo que tienen una gran adherencia.
¡Hala! A cultivar esa falta de talento, que también es un don.