viernes, 21 de noviembre de 2014

VERDURAS EN PAPILLOTE

Ha pasado Halloween, y después de todas las películas de miedo que he visto, de las historias de fantasmas y aparecidos que he contado, de los menús terroríficamente divertidos que he preparado, y de los trucos o tratos que he vívido, me ha quedado un complejo de Freddy Krueger (aunque lo que realmente daba miedo era esa marca de tabaco: Kruger, quizás de ahí sacaron el nombre del protagonista de Pesadilla en Elm Street).
 
La cuestión es que me ha dado por despellejar, cortar en tiras todo lo que se pone a mí alcance, y terminar como Hannibal Lecter: cocinándolo y comiéndomelo. La mirada de loco ya la tenía antes de Halloween.
 
Esta receta va de mi nueva faceta sádica y sanica.
 
Necesitaréis:
 
Brécol
Repollo
Zanahoria
Cebolla
Pimiento rojo
Mostaza
Aceite
Sal
Pimienta

 
 
 
 



 
Cortamos todas las verduras en juliana. Aquí actúa el espíritu de Freddy, o el de Eduardo Manostijeras. Como os guste más.
 
Podéis ver la escabechina abajo.






Colocamos un poco de aceite y una cucharada pequeña de mostaza en el mortero. Curiosamente el mortero es una de las herramientas predilectas de brujos y brujas.







Añadimos un poco de sal y pimienta. Luego batimos todo hasta conseguir una salsa más o menos homogénea.







 A continuación colocamos las tiras de verdura en un papel para el horno, y las regamos con la salsa.
 






 Luego cerramos el papel formando un saco, y lo colocamos en una fuente para el horno.
 



 
 
Precalentamos el horno a 180 grados durante unos diez minutos, e introducimos la fuente, dejándola cocinarse 15 minutos. Os recuerdo que conviene vigilar el horno por si tenemos que sacarlo antes.
 
 



 
 
Finalmente sacamos el saco del horno, lo abrimos, y volcamos el contenido en un plato.
 



 










El resto es sencillo: no parar de zampar hasta que el plato esté vacío.
 
 
Una receta sencilla, sabrosa y muy sana. A pesar de surgir de las entrañas del averno.
 
 
Disfrutadla.
 
 
 
 

viernes, 14 de noviembre de 2014

COSTILLA CON NÍSCALOS DE PILAR


Esta receta es el vivo ejemplo de la frase: en todas partes cuecen habas. En mi anterior trabajo tenía mis charlas e intercambios culinarios con mis compañer@s de trabajo, y en este no podía ser menos. El círculo de cocina se amplía, ya que el grupo anterior nunca se ha disuelto, se ha mantenido vía correo electrónico y blog. Y en esta nueva ubicación no hay día que no salga salivando y con los jugos gástricos pidiendo marcha. La charla coloquio sobre restaurantes, recetas,..., a ciertas horas surge sola. Todo menos hablar de trabajo, eso sería de mala educación.
 
Hace unos días mi compañera Pilar me comentó que había hecho unas costillas adobadas con níscalos (también conocidos como rovellons), que le habían salido buenísimas. Automáticamente comencé a salivar. He llegado a pensar que experimenta conmigo como Paulov con sus perros. Con los ojos en blanco y cara de Homer Simpson, logré articular las siguientes palabras: Níscalos, ¡Aaaarrrggglll!, ¡Costilla. Receta poder tu daaar!. Como es muy buena persona, y ya me conoce, entendió lo que quería decir y me dio la receta. Receta que me apresuré a hacer porque la temporada de rovellons se acaba pronto. Y el resultado es una delicatesen.
 
Gracias Pilar.
 
Necesitaréis:
 
1 Bandeja de Nícalos (Rovellons)
2 patatas por comensal (más o menos)
1 Kg de costilla de cerdo adobada
1 Vaso de vino blanco
½ Cebolla grande
3 Dientes de ajo
1 Hoja de laurel
1 Pastilla de caldo de carne
Aceite
Sal
 
 
 


 
 
 
Picamos el ajo y la cebolla.




 
 
Quitamos la tierra de los níscalos pasándolos un poco por agua.
 
 




Cogemos la olla a presión y,... No, no hacemos una bomba, que habéis visto demasiadas pelis de Chuck Norris, ese hombre que se come los higos chumbos como si fueran pepinillos, sin pelar. Bueno, ponemos aceite de oliva en el fondo de la olla a presión.
 


  

 
 
 
Pelamos y chascamos las patatas, es decir, las cortamos en trozos y damos un tirón antes de terminar el corte.
 
 






Calentamos el aceite y le agregamos el ajo y la cebolla, revolviéndolos hasta que estén algo pochados.
 







Añadimos la costilla adobada y la doramos un poco.


 

 
 
 
Añadimos un vaso de vino blanco y removemos unos minutos para que se evapore el alcohol.
 
 
 




 
 
Agregamos agua hasta que justo cubra la costilla, añadimos la pastilla de caldo de carne y la hoja de laurel.










Cerramos la olla y ponemos el fuego al máximo (en mi caso llega hasta el 6) hasta que suba la válvula de la olla, en ese momento bajamos el fuego hasta la tercera parte (en mi caso lo dejo entre el 2 y el 3), y lo dejamos cocer media hora. Se trata de que al terminar la carne de la costilla se desprenda del hueso con solo tocarla con la cuchara.   










 
 
Mientras se cuece la costilla, cortamos los rovellons lavados en trozos.
 
 




Al pasar la media hora abrimos la olla, con cuidado, dejando salir el vapor primero.
Una vez abierta añadimos los níscalos y las patatas, y algo de agua si hubiera poco caldo. Si os gusta espeso no añadáis nada de agua, o echar muy poca.
Dejadlo cocer a fuego medio hasta que la patata esté hecha.








Finalmente obtendréis una delicia como ésta.










Simplemente delicioso. Os lo recomiendo a todos.