sábado, 27 de septiembre de 2014

CAMINANDO. MONTE XAXÁN.

 
Caminar es algo que me gusta mucho. Salir de casa, comenzar a andar, perderme por el bosque, por el campo, por la ciudad,..., aunque prefiero los dos primeros lugares. El problema es que normalmente solo puedo hacerlo en verano, en vacaciones. En esta época la temperatura a ciertas horas es muy buena, y en Galicia, bajo los inmensos eucaliptos es ideal.
 
Comienzas a caminar, te internas en la oscuridad del bosque a pleno día, la tierra es de color verde, está impregnada de musgo. Los helechos y la hiedra colonizan sin control todo el espacio que le dejan los árboles, e incluso los mismos árboles. Esto debe ser uno de esos ejemplos de simbiosis que nos explicaban en la EGB: el eucalipto sirve para que la hiedra trepe por él y alcance la luz del Sol. No sé muy bien que obtiene el eucalipto a cambio, pero algo debe conseguir o me los encontraría tirados por el camino.
 
 
 
 
 
Hace ya algunos años que camino por los montes gallegos, y hace un par de ellos que he fijado mi mirada en el Xaxán (Jaján en castellano), el pico más alto de la península del Morrazo con unos 626 metros. El problema para llegar a él no era la altura, sino la distancia que tenía que recorrer hasta llegar a su base. Pero este año me lié la manta a la cabeza, y una mañana comencé a caminar desde el Restaurante La Parecida, mi habitual punto de partida, en dirección a él. Compré mi Aquarius de rigor en un supermercado, y me dirigí hacia la base de la montaña en el pueblo de Moaña.
 
 
 
 
 
 
Por el camino ves casas de piedra maravillosas, flores preciosas que adornan las fachadas, y paisajes de la Ría de ensueño.
 
 

 
 
 
 
 
Una vez en Moaña, y sin perder de vista las antenas de televisión de su cima, pregunté a un vecino del pueblo si sabía por dónde se subía al Xaxán. Me contestó muy amablemente indicándome a grandes rasgos como llegar a la cima, pero al terminar me miró con cara de preocupación y asombro, creo que un poco más de la primera, y me dijo: ¡Mira que está muy lejos! A lo que le respondí que no se preocupara, que cuando me cansara me daría la vuelta. Un señor muy majo.
  
 
 
 
 
 

 
Este camino comenzó por aceras, carreteras y la sombra de los edificios, pero llegado un momento descubres que estás acercándote a los dominios de la Madre Naturaleza. En ciertos momentos te invade la misma sensación que a Charlton Heston cuando descubre la Estatua de la Libertad enterrada en la arena y desgastada por el mar. La visión de vías rápidas ocultas por los gigantescos árboles marca la frontera de la civilización urbanita. 


 
 
Y finalmente encuentras el último trozo de asfalto. Te internas en los caminos de tierra. Vuelves a los orígenes. Te encuentras bien.
 
 
 



La ascensión no es muy dura, ya llevas un rato caminando, pero las vistas actúan de relajante muscular. El mayor problema que me encontré es que las antenas desaparecían tras los árboles, y volvían a aparecer en sitios imposibles. Al llegar a la cima descubrí que había varios grupos de antenas en diferentes zonas de la cima, algo que no se aprecia bien desde abajo, y que me llevó de cabeza todo el camino al ser éstas mi punto de referencia. Tuve que rectificar varias veces al darme cuenta que comenzaba a bajar de nuevo.




 



 
 
 
Finalmente alcancé un terreno con vallas de madera, muy bien cuidado, con mesas de piedra para comer, barbacoas de piedra, fuentes, y allí en el centro del paraje estaba el famoso Dolmen de Chan da Arquiña. Estaba llegando a mi destino, pero merecía la pena dar una vuelta por esa zona, es ideal para una comida campestre, aunque no creo que esté permitido hacer fuego en las barbacoas, pienso que son reminiscencias de épocas anteriores.
 
 
 
 




Continuando la ascensión llego por fin a la cima, desde donde puedo deleitarme con la vista de las dos rías: Vigo y Pontevedra, y con el orgullo de haber conseguido el reto. Queda la vuelta, pero por lo pronto he llegado arriba.







 
 
 
El recorrido tiene una dificultad moderada, no tiene pendientes excesivas, pero es largo. Unos 25 kilómetros entre ida y vuelta, aproximadamente. El año que viene, si consigo hacerlo de nuevo, os diré la distancia con más exactitud, ya que he descubierto una aplicación de móvil que graba tus rutas y te dice la elevación, la distancia recorrida,... Se llama Wikiloc. Lástima no haberla descubierto antes.
 

 


 

 
 
El mapa de arriba muestra la ruta pintada a mano alzada, por si alguno quiere disfrutar de un subidón de serotonina.
 
 
 

 

 

 

 
 

sábado, 20 de septiembre de 2014

VII CONCURSO DE TAPAS DE MAJADAHONDA

Una nueva edición del ya tradicional concurso de tapas de las fiestas patronales de Majadahonda. Este año los restaurantes apuntados son 52, demasiados para poder probarlas todas por motivos económicos, de salud y de tiempo. Van a tener que alargar las fiestas y subirnos el sueldo. La salud la arreglaremos después con Almax y Danacol.
 
Solo he probado unas cuantas, pero con éstas me he hecho una idea de cual puede ser la ganadora. Además de haber disfrutado como un enano, en la mayoría de los casos, probándolas.
 
El Crujiente de queso, puerro y gambas con salsa de frutos rojos del Mesón la Aurora estaba muy bueno. Este restaurante se presenta por primera vez este año, y eso que llevan abiertos más de 15 años. Me encantan sus croquetas.
 
El Secreto ibérico del Restaurante Verde Oliva no está mal.
 
El Chupachús de solomillo ibérico con salsa guinness del Paddy Fox está muy rico, aunque la albóndiga de carne es muy grande para poder comerse la brocheta entera de un bocado.
 
La Cañita gallega rellena de ibérico del Restaurante La Travesía está buena, pero lo que más me gusta de esta tapa es el higo relleno de queso azul caliente.
 
La Brocheta mediterránea del Restaurante Los Jardinillos me ha decepcionado. Otros años habían trabajado más la tapa.
 
Entre dos ases del Restaurante As de Bastos es una tapa curiosa y rica.
 
La Sardina pasiega de la Bodega y Ultramarinos La Gorda es también una tapa bien elaborada y rica.
 
El Salmón que rima con... de la Taberna el Farol es una tapa de muy buen sabor, aunque adolece de falta de presentación. Todo sea dicho que esta Taberna es fiel a su estilo: lo que importa es comer bien no la presentación. Y doy fé que lo consiguen, se come muy bien en ella.
 
La Delicia oceánica con mantilla del Restaurante La Pulpería está buena, pero como otros años habían creado unas tapas muy buenas este me ha sabido a poco. Os acompaño una foto de esta tapa.
 
 
 

 
 
El Capacho de pimientos y morcilla del Restaurante Casa Pedro me encanta, pero tiene que gustarte la mezcla de sabores salados y dulces. Para elaborar esta tapa han modificado una de las que tienen en la carta habitualmente. La foto de la tapa es ésta.
 
 
 
 
Y llegamos a las que son para mí las dos mejores tapas que he probado. Hay que tener en cuenta que me faltan muchos sitios por visitar, entre ellos el Restaurante El Viejo Fogón, el ganador de la edición del año pasado.
 
La que para mí es la finalista es El Volcán, del maravilloso Restaurante Onneca, donde cocinan de lujo. Su tapa está deliciosa, y la presentación es espectacular, probablemente la mejor presentación de la edición. Podéis haceros una idea con la foto.
 
 
 
 
Y la ganadora, en mi opinión, es Flor de Loto, de la Taberna del As. Un lugar muy agradable, con un dueño muy trabajador, que vive la hostelería, disfruta con ella, y esto se refleja en sus productos y en la tapa de cada edición, a la que dedica meses para su preparación. La presentación no es tan espectacular como la del Onneca, pero el sabor es excelente, y la combinación es muy buena. Francamente, me ha sorprendido muy gratamente. Podéis ver la foto abajo.
 
 
 
 
 
Realmente la decisión entre las dos últimas ha sido muy difícil, y cualquiera de ellas podría ganar la edición (aunque me quedan muchas por probar) porque ambas son exquisitas.
 
Todavía queda hoy sábado y mañana para poder degustarlas. El que tenga ganas de tomar unas buenas tapas puede hacerlo aún durante estos dos días de fiestas.
 
Espero que os sirva de guía para poder alegrar el estómago.
 
Cuando conozca el ganador lo colgaré en esta entrada.
 
 
   El ganador de este año ha sido:
 
La tapa El Volcán, del Restaurante Onneca.
 
 
 

viernes, 19 de septiembre de 2014

CALDERA DE BERENJENA

Verano es el paraíso, tus cervecitas frías en la playa, tus mojitos, tus gintonics, tus whiskitos, tu paellita, tu marisquito, tus calamares, tu licor café, tu Estrella de Galicia, tus clochinas,... Pero de repente llega el demonio, te arrebata del paraíso y, como en las películas catastrofistas, instala el infierno en la Tierra. Que sí, que lo he visto en El Motorista Fantasma, en ese pueblo llamado San Venganza, o en El Fin de los Días, donde el Diablo monta el Apocalipsis para enrollarse con una tía, le saldría más barato invitarla a cenar, o en Constantin, donde convierten en demonio, y de identidad sexual indefinida, al Arcángel Gabriel.
 
Como digo, Satanás te arrebata del Edén, y eso que yo no pruebo las manzanas, y te somete al suplicio eterno, que abarca desde septiembre a junio o julio, según los casos. Demasiado castigo para el común de los mortales.
 
En estas cavilaciones y sufrimientos me encontraba cuando me encontré de nuevo con la rutina de preparar de nuevo la comida diaria de mis vástagos, y como una inspiración maléfica apareció ante mi esta receta. Dante la habría incluido en su Divina Comedia. Las Calderas de Pedro Botero daban paso en mi mente a las calderas de berenjenas.
 
Ya sabéis, hemos venido a este mundo a sufrir, aunque las penas con pan son menos.
 
 
Necesitaréis:
 
2 Pechugas de pollo
2 Berenjenas pequeñas
Champiñones
1 Cebolla mediana
1 Diente de ajo
1 Paquete de mozzarella rallada
Vino blanco
Tomillo
Pimienta
Sal
Aceite
 

 
 


 
 


Cortamos las berenjenas dejando la base más o menos alta.


 
 
Hacemos unas incisiones en forma de cuadrados en la base de las berenjenas..





Picamos el ajo, la cebolla y la pechuga de pollo.









Salpimentamos la pechuga. La de pollo, no vayamos a liarla.







Precalentamos el horno a 180º unos diez minutos, y horneamos las bases de las berenjenas durante 20 minutos.






Dejamos que se enfríen un poco y extraemos la pulpa de las berenjenas sin romper la base.




 





Ponemos aceite a calentar en una sartén.






Ponemos el ajo a dorar.






 
Añadimos la cebolla.





Agregamos la pechuga.





 
 
Cuando la pechuga comience a dorarse añadimos el vino y lo dejamos reducir.
 





Agregamos el tomillo.






 
 
Incorporamos los champiñones.
 
 
 




Añadimos la pulpa de las berenjenas.






Salpimentamos y rehogamos 5 minutos, y estraemos el resultado.









Rellenamos las bases con nuestra mezcla de pollo, berenjenas y champiñones.






Ponemos un poco de queso rallado o en polvo encima de cada berenjena.







 
Las horneamos unos 15 minutos y las colocamos en un plato.

Podemos adornarlas con unas patatas fritas y Ketchup para conseguir el aspecto de una caldera infernal. ¡Ah! Pedro Botero estaría contento de la publicidad.




 
 
 
Aquí está, una réplica a escala de la que tengo apalabrada en el infierno.