sábado, 9 de mayo de 2015

SOLOMILLO DE PAVO CON SALSA DE CIRUELAS

¡Hola! ¡Cuánto tiempo sin veros! No es excusa, pero durante estos meses he conseguido conjuntar un incremento de mi trabajo, con una serie de actividades extraoficina, y finalmente, como no podía ser de otra forma, con un incremento de quejas de mi espalda en forma de contracturas, a las que se ha sumado mi rodilla dándome pinchazos. Es muy de pinchar mi rodilla, le gusta aprovechar estas algaradas en las que mi cuerpo se manifiesta cual político en elecciones, para que abandone mis propósitos chinchando un poco. De todas formas, las fuerzas y cuerpos de seguridad, los médicos, están actuando con dureza y van consiguiendo someter a la díscola rodilla y su comparsa el cartílago. Lo de la espalda es algo que arrastro desde los inicios del blog, y con lo que tengo que vivir. De todas formas solo se muestra reivindicativa cuando me excedo en el trabajo, sobre todo cuando abuso del ordenador. Menos mal que tengo el gimnasio para tranquilizarla.

¿Por qué he incrementado mi trabajo? Por exigencias del guión. Vivimos en una época de cambios, nuevas implantaciones de sistemas, nuevas ideas locas que afectan a las personas, grandes pensadores sin cabeza,..., un cúmulo de ideas surgidas de la primera fase de un Brainstorming y aplicadas directamente, sin conjuntar y sin calcular sus efectos. "Se vende cortina de humo muy bonita, en tonos claros aunque opaca, a muy buen precio."

Perdón por el desbarre, pero nunca me ha gustado que se juegue con la gente como si fueran figuras de ajedrez sin alma.

Por otro lado he continuado con una batalla personal que llevo librando desde hace años, una batalla intelectual, si esa palabra se puede aplicar a alguien como yo, Homersiano radical. En esta batalla he sufrido muchas derrotas, pero todavía no he entregado las armas, siguo en la brecha, pero estamos llegando a la lucha final y, aunque todo apunta a que será como el Zama de Anibal, si él no se rindió, yo tampoco. Quizás consiga sacar adelante este trabajo que me ha costado tanto tiempo elaborar, o quizás no, pero no me rendiré, tendrán que derrotarme. Y aún con la derrota intentaré sembrar algo para el futuro. No obstante, como digo, el final de esta aventura está cerca, y con él el merecido descanso del guerrero. Aunque conociéndome seguro que encuentro otro charco en el que meterme.

Con todas estas lides no me he dado cuenta que el mejor trabajo que he hecho, y el mejor legado que dejo a la humanidad lo tengo a diario ante mis narices, mis hijos. No es porque sean míos, pero son maravillosos. El mayor es muy inteligente, buena persona, algo payaso (el dice que eso se hereda) y con la cabeza loca propia de su edad, y la peque es inteligente como su hermano, muy constante en el trabajo, ahora con las hormonas a su bola por la edad, y muy cariñosa.

De hecho este post, que tenía preparado desde hace meses, al menos las fotos, es sobre una receta que hizo ella siguiendo el libro de MasterChef Junior que le trajeron los Reyes Magos en Navidad. Por supuesto visto el resultado los Reyes se quedaron a cenar.

Como no teníamos los ingredientes que decía la receta tuvimos que modificar algunos e improvisar. ¡Y que bien le quedó a mi niña!

Necesitaréis:

2 Solomillos de pavo
1 Cebolla mediana
¼ litro Caldo de Pollo
1 Cucharada de Mermelada de ciruela
½ Cucharada de mostaza
Pimienta molida
3 Cucharada de Aceite de oliva
Sal


También necesitaremos papel albal, e hilo de cocina para atar los solomillos.









Atamos la carne y la salpimentamos. Como veis no teníamos hilo de bramante e improvisamos uno con hilo de coser doblado varias veces. Cuando mi mujer vaya a coser algo va a tener que usar loctite.







Pelamos la cebolla, la cortamos en juliana, y la colocamos en una fuente del horno rodeando la carne.
Ponemos el horno a calentar 10 minutos a 180 grados.






Echamos el aceite y el caldo de pollo por encima de la carne y de la cebolla.










Metemos la fuente en el horno, y dejamos que se cocine durante 20 minutos. Pasados estos, damos la vuelta a los solomillos y los dejamos en el horno otros 20 minutos. Si se secara mucho le añadiríamos más caldo.






Sacamos la fuente del horno.








Y envolvemos la carne en papel albal para que conserve algo el calor.








Pasamos el caldo y la cebolla a una cazuela, y continuamos pochándola hasta que la salsa quede algo espesa.






Añadimos la media cucharada de mostaza.







Y los 100 gramos de mermelada de ciruela. La que mi hija usó era casera, hecha por la máquina de regañar (mi mujer) con las ciruelas de nuestro arbolito.






Pasamos la salsa por la minipimer para que quede uniforme.






Sacamos la carne del papel de aluminio, la cortamos en rodajas y la colocamos en un plato.







Colocamos la salsa por encima de la carne con una cuchara, y a los lados para adornar el plato.






Y conseguimos este mágnifico plato.







Que presentado por esta princesa hizo las delicias de los paladares de sus Majestades de Oriente, y de su Homerpadre.