viernes, 11 de septiembre de 2009

Las aventuras de Larry Lank. Orwell y Nostradamus

En mis habituales paseos veraniegos por Moaña he encontrado muchas cosas que me han llamado la atención. He de decir que es un pueblo que, de unos años a esta parte, ha mejorado mucho estéticamente. Me gusta mucho su aspecto, y por ello felicito al alcalde y los concejales por su gestión.

Pero, siempre hay algo que ensombrece (minimamente) las grandes alegrías. Y es que, el parque infantil de la foto, que data de la visita de las Madres de Mayo a Moaña en 1998, que ya está bastante en desuso porque el paso de los años ha hecho mella en la madera de que está fabricado, tiene una placa dorada tan nueva y limpia que deslumbra cuando le da el Sol. Dudo que tenga los 11 años que se deducen de su fecha impresa. En la placa se puede leer la dedicatoria a esa visita de las Nais de Mayo (Madres de Mayo Argentinas), y al final entre comillas la leyenda "NUNCA MAIS". Recordé entonces que, la primera vez que se usó el lema "Nunca Mais" en Galicia fue en 1992 con motivo del hundimiento del buque Mar Egeo, que provocó una marea negra en las costas gallegas, y que cuando adquirió realmente publicidad el mencionado lema fue en 2003, con la fundación de la plataforma "Nunca Mais" a raíz del hundimiento del petrolero Prestige.

Mientras fotografiaba la placa, sentado en un banco de piedra se encontraba un hombre de unos 65 años, de tez blanca y aspecto extranjero, que me observaba con ojos entre asustadizos y apagados. Le pregunté si sabía de cuando era la placa, que me parecía muy nueva. Me contestó que en realidad la placa actual era del año 2004, y que sustituyó a la original. Leí en sus ojos que la frase final de "Nunca Mais" fue añadida en esa sustitución.

¿Está usted seguro? - le pregunté.

Me llamo Winston Smith, y trabajé durante muchos años para el Ministerio de la Verdad, sé de que estoy hablando. Durante algún tiempo creí conseguir escapar al control del Leviatán, pero todo fue una ilusión que terminó desvaneciéndose. Tras unos años en los que purgué mi delito, me trasladé a esta localidad lejos de mi patria natal, y con mi currículum encontré pronto quien me contratara para seguir realizando mi antiguo trabajo. Ahora acabo de jubilarme, pero uno de mis últimos encargos fue esta placa.

¿Porqué no lo denuncia a las autoridades? - volví a preguntar.

Con una sonrisa entre escéptica y condescendiente me dijo que leyera su historia y lo comprendería todo. Pero que, sobretodo, no hablara de esto con nadie, pues sólo podría traerme problemas.

Me despedí de aquel personaje, y busqué una librería cercana para comprar el libro que narra su historia, un tal "1984". Al leerlo entendí todo.




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