Paseando con mi hija por la feria del libro antiguo, se fijó en la imagen de la izquierda y me dijo:
- Mira papá un gorro de delfín.
Un casco de guerra antiguo para ella es un gorro de delfín. ¡Cómo cambiamos la forma de ver las cosas al crecer!. Es la evolución natural, tras los palos de la vida, la que nos hacen abandonar el paraíso de la infancia para mostrarnos la realidad con toda su crudeza, y que podamos, si podemos, defendernos y sobrevivir. Pero es una pena.
Hace unos días leí en algún blog, o escuché en la calle algunas críticas contra “El Principito” y, sin embargo, con la de tiempo que hace que leí ese libro, nunca se ha borrado de mi mente la imagen del dibujo que Saint-Exupéry hizo a los seis años, que representaba a una serpiente boa que digería un elefante, y que al preguntar a los adultos todos le decían que era un sombrero. Finalmente, dibujando el interior de la serpiente los adultos lo entendían, pero no le hacían mucho caso a su obra, le decían que estudiase geografía, ciencia que le serviría de mucha ayuda (como el dijo), posteriormente, cuando siendo piloto podía distinguir un país de otro, cosa de “gran ayuda en caso de que uno llegue a encontrarse perdido en la oscuridad de la noche”.
Como dice el mismo autor en la obra mencionada:
“las personas adultas siempre necesitan explicaciones para comprender”
Un gorro de delfín. Salta a la vista.
- Mira papá un gorro de delfín.
Un casco de guerra antiguo para ella es un gorro de delfín. ¡Cómo cambiamos la forma de ver las cosas al crecer!. Es la evolución natural, tras los palos de la vida, la que nos hacen abandonar el paraíso de la infancia para mostrarnos la realidad con toda su crudeza, y que podamos, si podemos, defendernos y sobrevivir. Pero es una pena.
Hace unos días leí en algún blog, o escuché en la calle algunas críticas contra “El Principito” y, sin embargo, con la de tiempo que hace que leí ese libro, nunca se ha borrado de mi mente la imagen del dibujo que Saint-Exupéry hizo a los seis años, que representaba a una serpiente boa que digería un elefante, y que al preguntar a los adultos todos le decían que era un sombrero. Finalmente, dibujando el interior de la serpiente los adultos lo entendían, pero no le hacían mucho caso a su obra, le decían que estudiase geografía, ciencia que le serviría de mucha ayuda (como el dijo), posteriormente, cuando siendo piloto podía distinguir un país de otro, cosa de “gran ayuda en caso de que uno llegue a encontrarse perdido en la oscuridad de la noche”.
Como dice el mismo autor en la obra mencionada:
“las personas adultas siempre necesitan explicaciones para comprender”
Un gorro de delfín. Salta a la vista.
6 comentarios:
Más claro que el agua...
Si es que no nos fijamos.
MI hija C. que el mes que viene cumple 4 me ha dicho que quiere una varita mágica que funcione.
- Mami, tu tocaz algo con la varita y ze tiene que convertír en conejo. Zi no ze convierte ez que no funciona azi que no la comprez.
Y yo la entiendo, para qué sirve una varita mágica que no funciona?
Por cierto, muchísimas gracias por todos tus comentarios. :)
La cantidad de varitas averiadas que venden. A una niña se la iban a dar con queso.
Gracias a ti por esos post que escribes.
El principito nunca me pareció el mejor libro del mundo, creo que lo leí de demasiado mayor para encontrarle la magia, pero recuerdo un par de frases geniales, como la que apuntas.
¡Que listos son los niños, y que tontos nos volvemos al crecer!
Bienvenida Laia.
La verdad es que sí, el crecer nos limita el pensamiento. O eso, o tengo algo de complejo de Peter Pan. O las dos cosas.
Un abrazo
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