jueves, 11 de febrero de 2010

Disfrazando la recaudación para tapar el déficit del ayuntamiento de Madrid



Hoy me he encontrado con esta noticia en los periódicos:


"Ana Botella ha anunciado que el Ayuntamiento multiplicará por cinco el importe de las multas por pintar grafitis en los edificios y en las fachadas de las calles de Madrid, de manera que quienes sean sorprendidos haciendo pintadas y sean "fichados" por la Policía, serán sancionados con 3.000 euros, cuando actualmente pagaban 600.
Según fuentes del área municipal de Medio Ambiente, las sanciones por esta misma causa podrían alcanzar los 6.000 euros en los casos de grafiteros "reincidentes" y desde ahora la multa por hacer pintadas nunca será inferior a 1.500 euros."


Ya hablé sobre las pintadas en otro post, donde califiqué algunas de arte urbano, y otras de los intentos de los adolescentes de sobresalir en el grupo.

Por ello, y en la línea de lo que en su día dije y he observado por las calles, donde he visto como chavales de 13, 14 o 15 años hacen pintadas con una firma para dejar su marca y que sus amigos (y amigas) la reconozcan, es por lo que no puedo tragarme la explicación de la señora Botella de que la subida de 2.400 euros en la multa es para luchar contra las pintadas.

Y no me lo creo porque esas multas las van a pagar los padres, que no tienen la culpa de la gamberrada de sus hijos. Además de parecerme desproporcionada una multa de 3.000 euros por una chiquillada.

Me parecería más normal que tuvieran que limpiar las pintadas de la calle durante 3 días (con las debidas seguridades para proteger la salud de los niños), porque lo propuesto huele más a recaudación de impuestos para pagar el déficit de las obras del ayuntamiento de Madrid, que para servir de medida educadora o correctiva.

A algunos se les ve el plumero desde lejos.

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