viernes, 20 de noviembre de 2009

Estrés marital. Bricolaging.

La semana pasada empezó a gotear el grifo de la cocina. Se dio cuenta mi mujer.
  • - El grifo gotea - dijo.
  • - ¿Has pedido cita en el pediatra? - contesté distraido.
    - ¿Qué dices? - Preguntó elevando el tono.
    - Nada. Voy a verlo - contesté mientras pensaba que me iba a perder una noche más el episodio de Vaya Semanita.

  • Una vez estudiada la avería. Es decir, una vez terminé de mirar con cara de intriga el grifo moviendo cada cierto tiempo el monomando, emití mi veredicto.

- El monomando pierde agua. Debe ser de una junta, o de otra cosa, y no sé desmontarlo.
- ¿Entonces? - preguntó.
- Propongo cerrar las llaves de los latiguillos cuando no usemos el grifo, y llamar a un fontanero.

Al día siguiente conseguimos el teléfono de un fontanero recomendado por miembros de mi familia, pero antes de llamarlo me encontré con mi hermano pequeño, que es un manitas, y me dijo que el grifo era muy viejo, que me compensaba cambiarlo, y que me podía ahorrar la pasta del fontanero si lo hacía yo, que era igual de fácil que cambiar el teléfono de la ducha.

Lo de manitas a mi hermano le viene, según mi madre, desde pequeño que cuando le regalaban algo, lo primero que hacía era desmontarlo. Pero, volvamos con la historia, porque huelga decir que me convenció, y que me decidí a acometer la tarea. De hecho empecé a elaborar un plan. ¿Para qué necesitaba un plan se preguntarán algunos? Los que se lo hayan preguntado están solteros.

Mi lado oscuro se había adueñado de mi. Y me aposté a esperar mi oportunidad.

El viernes por la tarde mi mujer me preguntó si necesitaba hacer algo el sábado por la mañana, que ella tenía que salir y necesitaba que me encargara de los niños. El plan empezó a tomar forma en mi cerebro.



- Yo sólo necesito salir a por el grifo al Leroy Merlin - dije, cruzando los dedos.

- Vale. Cuando vuelvas salgo yo - dijo mi mujer.

En este momento hice un repaso mental de todo lo que necesitaba: llaves planas, sí; destornillador, sí; suerte, ya veríamos.

Sábado por la mañana.

- Me voy al Leroy (gran bailarín) a por el grifo - grité desde la puerta.

- No quiero ninguno que no sea de la marca Mosquis o Pisquis - me amenazó una voz femenina desde la habitación.

- Ya empezamos

- ¿Qué dices?

- Nada. Que vuelvo pronto.

Entré en el Leroy y me fui directo a la sección de cocinas. Me planté ante el panel de los grifos, y de entre los cientos que allí colgaban no había ninguno de la marca Pisquis. Bien, pensé, la búsqueda se reduce. Había tres modelos de la marca Mosquis. He de confesar que en ese momento ya sabía que la cagaría en la elección, pero más tarde elaboraría una excusa. En estas situaciones se entiende realmente la tortura que sufrían los concursantes del "Un, Dos, Tres".

Mis movimientos fueron rápidos y precisos. Me dirigí a una dependienta y le pregunté por la sección de asesoramiento matrimonial. Me contestó que allí no había nada de eso, me miró con cara extraña y agarró el walkie que le comunicaba con seguridad.
- Verá señorita. Necesito elegir un grifo de cocina de la marca Mosquis, y hay tres modelos, por eso me gustaría contar con un asesor matrimonial, porque la elección del modelo equivocado (cosa que tenía el 100 % de las probabilidades) puede provocar mi tortura psicológica y una crisis matrimonial.
- No tenemos nada de eso aquí - me contestó -, pero puedo decirle las características de cada uno para ayudarle a decidir.
- De acuerdo - le dije -, pero además debo pedirle que me diga cual elegiría usted.
- Está bien. - Aceptó, a la vez que soltaba el walkie al comprender que no era un tipo peligroso, sino un casado inconsciente que se había atrevido a hacer una chapucilla en su casa.
Me aconsejó uno, y creo que le di algo de pena, porque me lo dejó preparado para llegar a casa y colocarlo. Además me dijo todo lo que tenía que hacer, y las cosas con las que tenía que tener cuidado. Un chica encantadora.
Al regresar a casa mi mujer salió al mismo tiempo que yo entraba.
- ¿Qué marca es? - preguntó.
- Mosquis - dije.
- Hasta luego.
Tal como salió pulsé el cronómetro, tenía poco más de una hora para hacerlo mientras ella estaba fuera. En mi cabeza empezó a sonar la música de Misión Imposible.
Llamé a mi hijo L. y le dije que me tenía que ayudar. Que trajera las llaves planas mientras yo vaciaba todo el armario de debajo del fregadero. Había más productos de limpieza que en Mercadona, pero lo conseguí vaciar en cinco minutos. Estábamos en tiempo.
Cerré las llaves de paso, busqué las llaves planas que me hacían falta, la 20 y la 14, y desmonté el grifo viejo. Incluso conseguí evitar que el agua chorreara sobre el mueble.
- Vamos bien L. - le dije mientras me secaba el sudor.
Limpieza del soporte, colocación del nuevo grifo y conexión de los latiguillos. Diez minutos más. Todo iba sobre ruedas.
- Vamos a probar que he puesto cada latiguillo en su sitio. - dije-.
- ¿Para qué? - Preguntó L.
- Para que cuando gire el grifo hacia el rojo salga caliente en lugar de fría.
L. sujetaba el grifo y yo abrí lentamente las llaves de paso. No goteaban, y hacia el rojo salía caliente y hacia el azul salía fría.
- ¡Somos cojonudos! - Grité, liberando adrenalina.
- Que bien papá. Ahora colocamos estas gomas y ya casí está ¿No?
- ¿Qué gomas?. ¡Dios! Soy gilipollas. Hay que desmontarlo y poner esas gomas para volver a montarlo.
Había perdido quince minutos, pero por suerte no estaba mi mujer cerca para restregármelo, y podía trabajar tranquilo. O eso creía yo, porque en ese momento Chispita (mi perra) empezó a ladrarme en la oreja y no paró. ¿Cómo habría conseguido enseñarle a hacer esto? Yo sólo consigo que me dé la pata cuando le doy una galleta.
Finalmente, con la ayuda de mi hijo conseguí completar la tarea, no sin antes pillarme un dedo con una de las tuercas, soportando un estrés que no lo aguantaría ni el broker más duro de Wall Street. Durante todo el tiempo Chispita se mantuvo ladrando a mi lado, incansable, aunque en mi cabeza sonaba música de requiem.
Justo al terminar, pero sin darme tiempo a colocar los productos de limpieza en su sitio, escuché la cerradura de la puerta de la calle. Activé el plan B. Me puse un lápiz en la oreja, y me bajé el chandal un poco para enseñar hucha.
- ¡Hola! - Saludó mi mujer.
- ¡Hola! - Dije sin levantarme ni girarme para que pudiera apreciar mi pose ñapa-sexi - Esto ya está.
- ¿No había otro grifo? - Dijo - No me gusta el cuello de cisne que hace.
- Sí. Cientos. Pero de la marca Mosquis sólo tres. Y lo del cuello de cisne es la moda de este año. Me dijo la dependienta que este año venían así - dije, aplicando la excusa que había elaborado desde el momento que tuve la certeza de que siempre me equivocaría en la elección.
- Pero, fíjate - Insistí- No pierde agua por ninguna junta, cabe la olla debajo, y sale agua caliente y fría.
La debí pillar en horas bajas, porque no insistió más. Agradecí a mi hijo la ayuda. No sólo quería que me ayudara, quería que viera a que se tendría que enfrentar de mayor. Creo que es mi obligación ir enseñándole las cosas de la vida. Todavía es muy pequeño y piensa que el puenting es un deporte de riesgo. Ahora ha visto que al lado del Bicolaging Married, comer escorpiones vivos es un juego de párvulos. Necesité tres valiums y dos whiskies para bajar de las 150 pulsaciones.

Más tarde le expliqué a mi hijo que en el colegio también le preparaban para esto. Sólo tenía que fijarse un poco.

- Es evidente que a tu edad sabes sumar, restar, multiplicar y dividir - le dije -, y que si te dan todo el tiempo que necesites harás bien todas las operaciones combinadas que te pongan. Pero no se trata de aprender a calcular, eso ya lo sabes hacer. Se trata de aprender a hacer una tarea soportando el estrés, para que cuando seas mayor consigas hacer una chapuza casera aprovechando el tiempo en que tu mujer está fuera de casa, o al lado tuyo "apoyándote moralmente".

Espero que mi mujer no lo lea. Por si acaso ya he preparado un saco de dormir en la terraza.




12 comentarios:

Simone Marie dijo...

Jajaja lo de que hay más productos de limpieza que en Mercadona debajo de tu fregadero ocurre exactamente igual en mi casa...luego me rio cuando veo el anuncio de Cillit Bang jajaj, (o como se escriba..)

La verdad es que las mujeres a veces somos odiosas y criticamos todas vuestras maniobras de bricolaje cuando el bricolaje en sí es una mierda total y yo por lo menos siempre encasqueto semejantes tareas a algún incauto viviendo como vivo sóla jeje

Aunque...la verdad es que hay cada uno..en mi bañera todavía sale el agua caliente por donde debería salir la fría y al revés obra y gracia de mi ex..lo malo es que ya me he acostumbrado...

Besos!

hitlodeo dijo...

Tú lo has dicho Simone. Aunque el relato está algo exagerado, el bricolaje es una tortura, sobre todo para alguien con el carnet de inútil (con antiguedad de varios años) como yo.
Un abrazo

Frecuentador del bar de Mo dijo...

Siempre me he negado a practicar el bricolage. Cuando decidí casarme, sabía que mi suegro era un manitas y mis cuñados unos tipos bastante apañaditos. Una familia tipo Flanders dispuesta siempre a ayudar, aunque sea a costa de prolongadas sesiones de besuqueos y efusividades, le libera a uno de esas desagradables tareas.
Siempre me he mantenido al margen. Resulta esencial cometer alguna cafrada doméstica al principio del matrimonio. Por el principio de Mataperros se obtiene el sambenito de manazas y queda uno liberado de empalmes (eléctricos, obviamente), desagües y demás manualidades.
Desconocía que mosquis era una marca de grifos. A mí me suena a exclamación de Bart Simpson.
Petons.

hitlodeo dijo...

Cuanta razón tienes Frecuentador del bar de Moe. Yo soy un manazas, pero no apliqué el principio de Mataperros (genial ocurrencia por cierto) en su momento.
La referencia a los empalmes... eléctricos, ya no es tan obvia a nuestra edad. Bendita viagra.
Veo que eres seguidor de los Simpson. La expresión es de ahí para evitar la publicidad en el post, como en los programas intelectuales de la tele.
Por cierto ¿qué frecuentador eliges Homer o Barney?
Petons

Adicto al flameado de Moe dijo...

Me encantaría ser Barney, un hombre sin preocupaciones.

puertoblazquez@gmail.com dijo...

mi hombre debió aplicar el principio ese Mataperros. Da igual. Yo tampoco doy chapa. Nos solidarizamos con los fontas, litris y demas especies sangrantes. Eso si, llamamos a algún compañero de cole de la infancia, hacemos unas cervecitas despues del apaño y de paso... recordamos viejos tiempos.
Besino!

hitlodeo dijo...

Barney es una buena elección. Pero hay que estudiar mucho para lograr un erupto como el suyo. El Hipoaullido Huracanado de Henry Chinaski.
Vivir sin preocupaciones. ¡Ajolá!

hitlodeo dijo...

Hola Puerto:
un vecino mio tiene la teoría que la economía sumergida también tiene derecho a la vida. Así que contrata a un especialista del sector.
Tu opción es más honrada y entretenida, además de proporcionar una buena compañía para la charla posterior con cervecita. Lo malo es que si lo hacen regular da cosa decirles algo.
Besos

molinos dijo...

jajajajajaa..no me habia dado tiempo a leerte con todo el stress de MAK. Que buen post, peroque sepas que si mi ingeniero hiciera las chapuzas como tu,le dejaria. Primero, solo te ha llevado una mañana hacerlo, elegiste el modelo que te dijo ella y no el mas barato y ademas funciona el grifo. Espectacular.
Eso si me he descojonado con lo de leroy (que gran bailarin)...jajajajaja y no neceistaba tu imagen en chandal con la hucha asomando.

hitlodeo dijo...

Lo de la hucha fue por los nervios. No había terminado de recoger, el estrés, ella llegaba, mi hijo me estaba viendo, no había whisky cerca. Sólo se me ocurrió hucha y lápiz.
Todavía me tiemblan las piernas.
;)

JuanRa Diablo dijo...

Jajajaja Espectacular Misión Imposible!!
Bueno, identificado total y absolutamente, amigo, que salir airosos de bricolages es una prueba durísima cuando tiene que inspeccionarlos un jurado tan implacable como son "las parientas".

Ha habido momentos sublimes que me han hecho reír, especialmente el olvido de las gomas, el momento lapiz en oreja y hucha (para aparentar profesionalidad XD) y lo de Leroy (qué gran bailarín)
Muy bueno!! :D

hitlodeo dijo...

Veo que sigues buceando.
Lo que quizás no creas de está historia es que está basada en hechos reales. Pero de verdad, no como esas pelis que lo dicen para promocionarse.
:D