He salido a pasear con Chispita (mi perra), y al llegar al parque la he soltado, como hago otros días. Pero hoy me he dado cuenta que cuando la suelto se pega a mi, y no se separa hasta pasado un rato. Luego se va a olisquear un poco por ahí, pero no muy lejos, y sin perderme de vista.
Con el trabajo que paso para ponerle la correa al salir a la calle, y a la hora de soltarla le cuesta separarse.
Con el trabajo que paso para ponerle la correa al salir a la calle, y a la hora de soltarla le cuesta separarse.
He estado pensando un rato (no mucho), y he llegado a la conclusión de que piensa que al soltarla puedo abandonarla. De hecho, mientras va atada, se mueve todo lo que le permite la correa, y cuando la suelto se pega o se mantiene cerca.
Pero también se me ha ocurrido que es ella quien me lleva a mi desde el otro extremo, y que al soltarme se pega y me vigila de cerca, mientras que cuando me lleva atado me tiene controlado y me deja ir más suelto.
Creo que de las dos opciones la segunda es la correcta. ¡Será Jodía la perra!
4 comentarios:
Muy bueno el post.
da q pensar.
yo ahora tengo una gatita y no le gusta salir a la calle... pero cuando sacaba a mi perrita... era igual, no se separaba cuando la soltaba jejeje.
saludos
Alma
Es curioso, en mi casa, de pequeños, siempre hemos tenido gatos. Y, en contra de lo que mucha gente piensa, son animales muy cariñosos.
Si es gatita, cuando esté en celo sí querrá irse a la calle.
Gracias por la visita, y un abrazo Alma
Una acción sencilla, una observación, una reflexión escrita.
y el sentido del humor.
¿Te he dicho ya que me gusta tu blog?
Gracias JuanRa.
Además veo que sigues leyendo los post antiguos.
Me alegra que te guste el blog, aunque el tuyo no tine nada que envidiar al mio. En todo caso al revés.
Un abrazo
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