miércoles, 27 de enero de 2010

De cuando Larry Lank empezó a ver la luz

Eran las siete de la tarde cuando levanté la vista de la mesa de mi despacho. El cristal de la librería me devolvió la imagen de mis primeras canas y la noche empezaba a colarse por la ventana.
Dejé lo que estaba haciendo, me levanté y me fui a casa. Llegué a tiempo de cambiar el pañal de mi hijo.

Desde entonces las horas extras las hago cuidando a mis niños. Los demás ya son suficientemente mayores para controlar esfínteres y saber limpiarse el culo sólos.

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