Ha pasado Halloween, y después de todas las películas de miedo que he visto, de las historias de fantasmas y aparecidos que he contado, de los menús terroríficamente divertidos que he preparado, y de los trucos o tratos que he vívido, me ha quedado un complejo de Freddy Krueger (aunque lo que realmente daba miedo era esa marca de tabaco: Kruger, quizás de ahí sacaron el nombre del protagonista de Pesadilla en Elm Street).
La cuestión es que me ha dado por despellejar, cortar en tiras todo lo que se pone a mí alcance, y terminar como Hannibal Lecter: cocinándolo y comiéndomelo. La mirada de loco ya la tenía antes de Halloween.
Esta receta va de mi nueva faceta sádica y sanica.
Necesitaréis:
Brécol
Repollo
Zanahoria
Cebolla
Pimiento rojo
Mostaza
Aceite
Sal
Pimienta
Cortamos todas las verduras en juliana. Aquí actúa el espíritu de Freddy, o el de Eduardo Manostijeras. Como os guste más.
Podéis ver la escabechina abajo.
Colocamos un poco de aceite y una cucharada pequeña de mostaza en el mortero. Curiosamente el mortero es una de las herramientas predilectas de brujos y brujas.
Añadimos un poco de sal y pimienta. Luego batimos todo hasta conseguir una salsa más o menos homogénea.
A continuación colocamos las tiras de verdura en un papel para el horno, y las regamos con la salsa.
Luego cerramos el papel formando un saco, y lo colocamos en una fuente para el horno.
Precalentamos el horno a 180 grados durante unos diez minutos, e introducimos la fuente, dejándola cocinarse 15 minutos. Os recuerdo que conviene vigilar el horno por si tenemos que sacarlo antes.
Finalmente sacamos el saco del horno, lo abrimos, y volcamos el contenido en un plato.
El resto es sencillo: no parar de zampar hasta que el plato esté vacío.
Una receta sencilla, sabrosa y muy sana. A pesar de surgir de las entrañas del averno.
Disfrutadla.