En su afán por conquistar Roma, Aníbal perdió un ojo al cruzar los Alpes. Aún así los cruzó, y seguidamente venció a los romanos en tres batallas. Más tarde vencería en otras muchas, llegando a presentarse a las puertas de Roma. Pero los políticos de Cartago hicieron que su hazaña de conquistar Roma fracasara al restringirle los suministros, y al hacer que volviera a Cartago por miedo al también genial, y maltratado por su país, General romano Publio Cornelio Escipión.
Como vais a tener ocasión de observar me unen más vínculos con Aníbal de los que en un primer momento os pudierais imaginar.
Comencé el año cruzando la Canda y el Padornelo nevados, y a la conquista de Roma. Mi Roma y la de Aníbal no son la misma, y espero que el resultado de la aventura también sea diferente. Aunque empiezo a dudarlo. El caso es que los dos somos conquistadores, pero de los que pelean, porque lo de llevárselas de calle, como que no, vamos que siempre he sido más de Whisky y de los de: "Muy mal se tiene que dar la noche..." y tajada al canto.
Pero no nos desviemos del tema principal que nos perdemos en fruslerías sin importancia, y me vienen a la cabeza lejanas noches de extraños y borrosos recuerdos.
La cuestión es que hace ya un mes y medio aproximadamente me dispuse a hacer una cosa que se llaman nidos de patata, y para ello compré un aparato compuesto de dos coladores superpuestos donde colocas las patatas cortadas, lo cierras, las fríes, y te quedan con forma de nido. Hasta aquí todo iba dabuti, pero se cruzó en mi camino una especie de híbrido entre mandolina y pelapatatas, que servía para sacar lonchas de las verduras, patatas,..., y la compré. Es algo parecido a la foto de abajo.
Pues con ese aparato me dispuse a lonchear las patatas para que quedasen mas finas, y pude comprobar que sí que hacía lonchas, y no solo de patata, sino que si se interponía cualquier cosa en su camino también la fileteaba. Y se interpuso mi dedo índice, con el resultado que podéis imaginar. Mi huella ya no coincide con la del carnet de identidad, aunque el dedo se ha recuperado.
Tras curarme, volver a casa y lanzar el pelapatatas al Espacio como el mono de "2001: Una Odisea del Espacio", miré fijamente a la patata y le dije: esta vez has vencido tú. Pero esto no va a quedar así. Volveré a por ti. Esto se ha convertido en algo personal.
Mi mujer y mis hijos me miraron algo extrañados, pero ya están acostumbrados y no le dieron importancia.
Como veis, Aníbal perdió un ojo en los inicios de su conquista de Roma, y yo parte de un dedo (aunque a mí me ha vuelto a crecer, debe ser por el licor de lagarto que me he bebido cuando he comido en los restaurantes chinos). Estamos hermanados. Espero completar la conquista y vengar a mi antecesor.
Pasó un mes, y la patata estaba tranquila, confiada incluso. Abrí la puerta, le miré a los ojos con esa mirada que solo Clint sabe mantener, y le dije: ¡alégrame el día! Ella se volvió rápidamente a uno y otro lado, pero no encontró el pelapatatas. En ese momento le enseñé la daga,..., digo el cuchillo. Un cuchillo tradicional. Y le espeté: te dije que volvería, que era personal. Esta vez no caeré en la emboscada de la mandolina. Del acojone que le entró se le cayó la piel como se les desliza el vestido a las espías que se lían con James Bond.
La venganza se cumplió. Pero en este caso la venganza es un plato que se come caliente, que las patatas fritas frías no valen na.
El por qué del nombre. La receta original iba a ser otra que ya haré en su día, pero ésta es un nido para cobijar un huevo de codorniz abrigado con ropa vieja.
Para hacerla necesitaréis:
2 Patatas
4 o 6 huevos de codorniz
Ropa vieja
Un poco de jamón serrano en lonchas
Un utensilio para hacer nidos de patata (o un colador y algo para sujetarlo)
Sal
Aceite
Pelamos y cortamos la patata para freír.
Ponemos los huevos de codorniz a cocer (6 minutos).
Colocamos las patatas en el utensilio de hacer nidos y lo cerramos. Luego lo metemos en la freidora y los freímos.
Tenía poco aceite, pero sirvió.
Extraemos el nido del utensilio con cuidado, lo colocamos sobre papel de cocina para que absorba el aceite, y le añadimos un poco de sal.
Colocamos los nidos en un plato, los rellenamos con la ropa vieja caliente, y le colocamos un huevo cocido de codorniz pelado en el centro.
Finalmente, adornamos el plato con las lonchas de jamón serrano, y nos aguantamos un poco para no zampárnoslos sobre la marcha.
El resultado lo podéis ver abajo.
Duraron menos que un Chupa-chup en la puerta de un colegio, o que unas pirulas en la puerta de una discoteca.
Probad. Es fácil. Os lo dice Aníbal, el del dedo regenerable.