Estoy en plena clase de un curso, y estoy recibiendo una paliza que tumbaría al mismísimo Foreman. Tres horas recibiendo sin descanso ¿Dónde está el árbitro? Si encontrara mi toalla la tiraría yo mismo. ¡Qué alguien pare esto! Veo mi vida pasar en fotogramas y una luz blanca al fondo. Me están largando un cilindro de dimensiones considerables y,..., sí, eso es "cilindro" ¡Ese va a ser mi pensamiento alegre! ¡Vamos Peter (Pan) echemos a volar! Mi pensamiento alegre son los canelones.
Salgo volando por encima de mis compañeros y del narcoconferenciante, y me dirijo por la M-30 hacia mi casa, hacia mi cocina de Nunca Jamás, a preparar unos suculentos canelones. Atrás queda mi cuerpo en forma de exoesqueleto recibiendo los constantes, monótonos y mono tonos golpes del incansable Morfeo reencarnado en ponente.
Mientras continua la paliza, y si mi cuerpo aguanta el combate (ya sabéis: si mueres en Matrix también mueres en la vida real), os contaré como realizar unos canelones etéreos, bañados con una bechamel suave y blanca como las nubes que he atravesado camino a casa. Luego intentaré volver a recoger mi cuerpo, si queda algo de él. Solo me consuela que ahora mismo no siente dolor.
Necesitaréis:
400 gramos de Carne picada mixta
Placas de canelones (elegir las precocinadas y os ahorraréis trabajo)
2 Tomates
1 Calabacín
1 Cebolla
Un poco de pollo asado de las sobras del domingo ( o algo similar)
Foie gras
Bechamel preparada (a mí me gusta la de la marca Knorr)
Queso rallado para gratinar
Aceite
Sal
Como esta es mi primera vez con los canelones he comprado los que no están precocinados. Los nervios de la adolescencia culinaria. Así que lo primero que he tenido que hacer es cocinar la pasta.
Colocamos abundante agua a hervir en una olla.
Extraemos las placas de pasta de la caja. Aunque no os lo creáis la caja no es comestible.
Cuando el agua rompa a hervir añadimos un par de puñaditos de sal. Si eres jugador de pelota vasca pídele a tu hija de 5 años que eche los puñaditos.
Le agregamos también unas gotas de aceite.
Echamos las placas una a una, y removemos para que no se peguen durante 10 minutos.
Una vez cocida la pasta la sacamos con una espumadera y la colocamos en una bandeja con agua fría 45 segundos, aproximadamente.
Escurrimos las placas y las depositamos sobre un paño ligeramente humedecido.
Picamos el calabacín y la cebolla.
Picamos las sobras del pollo asado.
Cogemos la carne picada y le añadimos el Foie gras y el pollo picado, y lo mezclamos a mano hasta conseguir una pasta. No, no es ese tipo de pasta. Si haciendo esto se consiguiera pasta gansa aquí iba a estar yo cascándolo.
Cortamos los tomates por la mitad.
Ponemos aceite a calentar en una cazuela, añadimos la cebolla y el calabacín, y los pochamos un poco.
A continuación rallamos el tomate sobre la cazuela, le añadimos sal y un poco de azúcar, y lo dejamos freírse unos minutos.
Agregamos la pasta de carne y dejamos que se cueza como un Paquirrín cualquiera.
Conviene darle vueltas de cuando en cuando para que no se pegue y se haga por todos los lados igual.
Una vez hecha la carne la sacamos del fuego y la reservamos.
Abrimos un bote de bechamel y extendemos una capa sobre una fuente apta para el horno.
Curioso, si no tienes 18 años no puedes entrar en ciertas películas porque no eres apto para la sala. Pues el horno es como las salas X de las fuentes. Tienes que ser apto para poder entrar.
Ahora llega el momento en el que las experiencias de la infancia pueden sernos útiles. Vamos a enrollar los canelones.
Cogemos una placa de pasta, colocamos un poco de la carne cocinada en el centro, y enrollamos el canelón hasta conseguir que se quede con forma cilíndrica.
Como os he dicho las experiencias de una infancia liando tabaco o porros puede ayudar, si os queda pulso. Eso sí, no se le pone boquilla, ni se lame la placa para terminar de liarlo. Y por supuesto no se enciende, así que apagar ahora mismo el mechero.
A continuación vamos colocando los canelones en la fuente.
Una vez colocados todos echamos bechamel hasta cubrirlos, y por encima de ésta el queso rallado.
Metemos la fuente en el horno previamente precalentado para gratinar, y la dejamos hasta que veamos la parte superior gratinada a nuestro gusto.
La extraemos y obtenemos estos suculentos canelones listos para comer.
Os dejo, que el narcoconferenciante ya ha terminado y ahora llega el descanso para el cafelito. Y necesito meterle cafeína a mi maltrecho cuerpo para aguantar el siguiente asalto.