miércoles, 16 de enero de 2013

MISI

Por nuestra casa, desde pequeños, han pasado diversos animales. Pollitos de colores, pajaritos heridos,..., pero los gatos han sido los reyes indiscutibles.

Cuando yo tenía más o menos 10 años apareció en casa un bebé diminuto de gata que mi hermano rescató de una camada que se había quedado huérfana porque un perro había matado a la madre, o por lo menos eso contaban. Esta gata se llamó Pitusa, en honor a una gata que tuvo mi madre de pequeña, y hubo que darle biberones (con una jeringuilla) de leche para sacarla adelante.

Más adelante Pitusa tuvo una camada donde nacieron: Blanco (un gato totalmente negro con tres pelos blancos en la punta de la cola), Tigre (un gato atigrado, flacucho y muy ágil; especialista en cazar ratones y pájaros si no le veíamos, y en robar gambas y boquerones de la mesa de la cocina), Chini (un gato negro que tenía un defecto en las patas traseras) y Barrigas (un gato atigrado, algo regordete, no mucho, y que se dejaba tocar por todo el mundo).

En la siguiente camada de Pitusa sólo nació un gato: Gadget (de la época de los dibujos del Inspector Gadget). Gadget era un gato muy especial, despertaba a mi madre para comer dándole besos al estilo gato, es decir, acariciándola con su cabeza, y si ésta se hacía la dormida se iba a la mesilla y empezaba a tirar cosas hasta que se levantaba. También pedía comida y si no se la ponía pronto maullaba hasta que lo mirabas, se meaba, y salía corriendo. Al principio mi madre corría tras él para cascarle, pero éste se subía a su cama de un salto y ponía la cara de pena del gato de Shrek, con lo que se libraba del palo. Era un gato listísimo, y muy mimado. Durante una época que estuvo malo llego a comer boquerones, pero no crudos, a la plancha.

Gadget era atigrado, y ya siendo mayor dejó entrar en el jardín a un gatillo callejero blanco de pocas semanas, muy desconfiado, que no se dejaba tocar, y que se acostaba en el árbol, pero que no se iba. Éste es el Misi.

Con el tiempo Misi fue creciendo y su pelo cogió algunos tonos grisáceos. Debía de ser algún cruce de siamés y callejero atigrado.

El caso es que con el permiso de Gadget, Misi pasó a formar parte de la familia. Se convirtió en otro hermano más. He de aclarar que los gatos, y el resto de animales, que entran en nuestra familia son considerados como hijos por nuestra madre, y por tanto son como hermanos para nosotros.

Misi era un gato que hablaba muy poco, casi podías creer que no sabía maullar, ya que tenías que prestar mucha atención para oír su maullido las pocas veces que expresaba su opinión. Era un gato muy desconfiado y miedoso, seguramente debido a esas semanas recién nacido abandonado en la calle. No le daba miedo el agua, de hecho metía una o las dos patas de delante en el cacharro antes de empezar a beber. Cazaba mosquitos de los de patas largas y se los comía. También tenía debilidad por los langostinos o las gambas cocidas, era un gato de ascendencia aristocrática. Tenía el reflejo de los ojos por la noche de color rojo. Era muy tranquilo, se dejaba acariciar por la gente que conocía, y ronroneaba enseguida, lo que era muy peligroso porque cuanto más lo acariciabas más ronroneaba, y en un momento dado te daba un mordisco que te clavaba el colmillo entero en la mano. Yo tuve la suerte de recibir dos de sus bocados cariñosos. ¡Qué fuerza tenía en las mandíbulas! Esto es raro en los gatos. Los gatos rara vez muerden tan fuerte; arañan, muerden marcando, pero no clavan. Pero cada gato es distinto.

Misi hizo lo mismo que Gadget había hecho con él. Mi madre no pudo resistirse a llevarse una gata negra recién nacida y abandonada que encontró al pasar por la puerta de un garaje. Nos dijo que era muy pequeña y que cuando saliera un coche la iba a aplastar la puerta, que no lo podía permitir, y se la llevó a casa. Y como he dicho Misi hizo lo mismo que Gadget había hecho con él, le permitió entrar en casa y en el jardín, es decir, adoptó a Chini. No sabía la guerra que da una gatilla joven. Pero aún con todas las trastadas que le hacía la jovenzuela dormían juntos e incluso la lavaba de vez en cuando.

El pasado martes 8 de enero Misi, por culpa de una insuficiencia renal, se fue con Gadget a su jardín inmortal, donde seguramente estarán los dos tumbados al Sol, subiéndose a los árboles, persiguiendo pelotas de papel albal, comiendo langostinos o aceitunas, o cazando mosquitos de patas largas.

El caso es que se echa de menos a estos pequeños hermanitos cuando se van, aunque sea ley de vida.

El vídeo de abajo es un homenaje en recuerdo de Misi. En él sale con Gadget y con Chini, en su jardin, durmiendo dentro de la cama, en el árbol, incluso bufando, cosa que debió de hacer dos o tres veces en toda su vida.

Un beso Misi.  








2 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Vaya un retrato dulce y sentido te has marcado sobre tus hermanos gatos, Hit.
Y yo me uno a esa hermandad con ellos , pues habiendo vivido en el campo desde pequeño, por allí pasaron no solo gatos sino perros, gallinas, pavos, palomas... ¡hasta un burro y dos caballos! Una delicia para cualquier niño.

De los gatos recuerdo especialmente a dos: Linda, una gata blanca y negra que tenía un gran instinto protector hacia todas las crías que tuvo, y más recientemente Yecly, una gata cariñosa y listísma que nos hacía reír mucho.

Cuando tenía ganas de juego se ponía a correr por toda la casa. Entonces si dabas palmadas se volvía como loca, tanto que se asustaba de ella misma y se escondía bajo la cama. Allí podía pasarse varios minutos asomando solo el hocico, hasta que decidía salir, consciente de que iba a darte un susto y le ibas a gritar algo como "Ven aquí, sinvergüenza, ¡el susto que me has dado!", lo que hacía que se volviera a poner loca de contenta y se volviera a esconder.

Era siempre lo mismo, pero nos hacia reír igualmente.
Un día, con toda su inocencia se metió en los dominios del vecino y su pastor alemán la vapuleó de mala manera hasta dejarla medio muerta. El veterinario la tuvo que sacrificar y aquel día fue dramático para todos.

Pero los recuerdos vividos ahí quedarán siempre, claro está.

hitlodeo dijo...

Cierto JuanRa, el momento en el que se van es un momento dramático, pero como dices la memoria es eterna y en ella nunca muere nadie.

He visto tus fotos de la gata que te visita a diario en tu trabajo, es muy bonita. Con eso y con los relatos de tu blog sé que te gustan los animales, bueno, menos cierto perro camino del cole.

Un abrazo