Después de siete años cambio de edificio, no de empresa. No me voy muy lejos, las distancias en Madrid se miden en kilómetros y en tiempo de atascos, pero es una distancia que hará que no vea a diario a quienes han sido mis compañeros: mis chicas del club de cocina, mis compañeras, mis compañeros (parezco un político en campaña, femenino y masculino siempre), mis sufridor@s (aquí ya he bordado lo políticamente correcto y moderno), en conjunto mis amigos: todos y todas.
En la imagen de arriba aparece una planta que normalmente conocemos por Pita, pero que también es conocida con el nombre de Atzavara, y se llama así porque cada 5 o 7 años florece, y la floración consiste en que crece una vara en su centro de donde surgen infinidad de hijos y flores. Tras esta floración la planta muere.
¿Porqué cuento esto? Pues por varios motivos, por el alcohol que llevo en el cuerpo (ya sabéis que no soy un santo), porque creo que he llegado a la fase de la exaltación de la amistad (escribo esto abrazado a mi amigo de peluche el Rey Louie), y porque la fotografía de arriba, curiosamente, es de la Atzavara del jardín de mi urbanización, y la tomé a principios de mayo, fecha oficial de mi cambio de puesto. Puede ser casualidad, pero el símil del florecimiento y muerte, con dejar infinidad de amigos tras la partida (lo de la muerte no hay que tomárselo al pié de la letra, sobre todo porque es la mía y no me mola), me pareció una señal del cielo ¡Vale, el whisky también ayuda!, pero insisto en lo de la señal.
El caso es que aunque espero no perder el contacto con ellos, no lo voy a tener a diario como ahora, y voy a echar de menos a todos estos amigos que he hecho: a los Carlos (hay varios), a Maxi, a Curro, a Willy, a Josete, a Feliche, a Antonio, Ángeles, Mari Carmen, Rosa, Irene, Lourdes, Pepa, Mari Luz, Raquel, Bea, Bego, Henar, Cristina, Charo, Paloma, Enrique, Juan Carlos, Alberto, Maruxa, Maria Antonia, Maria José (la seguidora de Clint), Concha, Begoña, Nelson, el Yanki, Germán, Maria José e Isabel (las extranjeras), Rosi, Paz, Chus, Kiko, los Robertos, los Manolos (también son varios), los Javieres (otros que abundan), los Jose de contabilidad, Lena, Sonia, Rosa, Juan Carlos de Contabilidad y Juan Carlos de pagos en el extranjero, Ricardo, los Fernando (Don Gato y el del puro), Guillermo, Pol, Nacho, los Eduardos, los Jesuses (mi tutor y el analista), Félix, Marta, Inma, Montse, Olga, Jose Manuel, Fátima, Agustín, Miguel, Nilo, los Pedros, Marga, Ismael, Juan, María, Chuki, Andrés, Alfonso (GR), Ana Cristina (GR), Antonio (GR), Pablo, Julio, Diego, Tobi, Mamen, Jose Carlos, Sonia mi vecina de abajo,...
Gracias a todos por todos los buenos ratos que me habéis hecho pasar, que han sido muchos. Gracias por haber soportado mis locuras sin llamar al frenopático. Gracias por lo que me habéis hecho reír. Gracias por vuestra amistad. Y, finalmente, si creéis que os habéis librado de mí vais daos. No sabéis las vueltas que da la vida (ahora más, pero es el whisky). El día menos pensado me planto de nuevo allí, aunque cambiéis las cerraduras.
Abrazos y besos para todos y todas, y por ese orden, no nos vayamos a liar.