viernes, 10 de enero de 2014

CONTRA ROMA Y LOS SUFETES

El año comienza como comenzó Anibal su gran gesta: atravesando la Canda y el Padornelo (o los Pirineos y los Alpes, que es casi lo mismo) bajo la nieve para doblegar a una Roma asustadiza, y con escaso apoyo de los Sufetes de Cartago.

El viaje de regreso de las siempre cortas y agotadoras vacaciones de Navidad, ha supuesto un derroche de valor, paciencia, pericia y sufrimiento.

Tras un arranque sin lluvia, a los pocos minutos se desató el diluvio y eché en falta una zodiac en el maletero. Poco más tarde, la lluvia tomaba un aspecto sólido y algodonoso. Muy bonito para verlo desde la ventana de casa, pero no para verlo a través del parabrisas. La densidad de la nieve continuó en aumento hasta que, llegando a Verín se empezaba a poder cortar el ambiente en el habitáculo con un cuchillo. No os cuento como se pusieron las cosas al pasar por La Gudiña. Y ni os podéis imaginar lo que fue acercarse a La Canda.

Para que os hagáis una idea, entre La Canda y el Padornelo debe haber unos 30 kilómetros y los recorrimos en algo más de una hora.

Al llegar cerca de La Canda nos encontramos con los coches en caravana, circulando por las huellas que iban dejando los coches de delante en la nieve. Las maquinas quitanieves entraban y salían de la autopista varias veces para quitar la mayor nieve posible. Los camiones estaban parados en los laterales. Los coches iban en primera, y al arrancar patinaban algo, o mucho como el todo terreno que llevaba delante, y que tuvimos que adelantar varios.

Mi mente iba pendiente de no patinar al arrancar, de darle el movimiento justo al coche para no tener que frenar en la caravana sin darme un golpe, para vigilar que el coche de detrás y los todoterrenos chulitos que adelantaban por los lados no nos dieran un golpe, y para aparentar tranquilidad ante la familia. Por suerte mi hija iba dormida. Pero mi mujer y mi hijo no. Mi mujer hizo unas fotos y grabó algo con la máquina, y mi hijo iba escuchando música con el móvil.

Cuando el todoterreno de delante empezó a patinar, mi mujer empezó a decir: "pues si tenemos que parar y quedarnos a dormir nos quedamos, no nos la vamos a jugar". Al escuchar esto miré por las ventanillas y constaté que nos encontrábamos encima de un monte, con todo el paisaje circundante blanco, y me pregunté: ¿dónde habrá visto ésta un hotel o una casa rural, o piensa que voy a bajarme del coche y construir un vivac para pasar la noche? ¡Joder, que daño ha hecho el programa ese del Último Superviviente!

¡Cuidado con el de la derecha que va muy rápido, y con ese que patina mucho y no consigue moverse! - Escucho que insiste mi costilla. 

Porqué no te bajas, te acercas al coche ese, te subes, y pones de los nervios a su conductor en lugar de a mí.- Me escucho contestando.

Si es para que tengas cuidado porque está patinando.

Lo veo. Estoy justo detrás de él.

¿Porqué vamos tan despacio? - Pregunta mi adolescente particular

Automáticamente me doy cuenta de que va a ser un viaje muy largo.

Tras algo más de una hora, salimos de los puertos y la nieve. Habíamos vencido el primer obstáculo. Más tarde gobernamos el coche contra el viento, sorteando así el segundo obstáculo, y alcanzamos Roma, digo Madrid.

Queda un año para conseguir la victoria final. Perderé algunas batallas, pero espero conquistar Roma para Cartago. A pesar de su resistencia y de la falta de ayuda de nuestros Sufetes.

Espero conseguir al menos lo mismo que logró Anibal Barca, o acercarme. Sí, con acercarme me daría por satisfecho. Anibal contaba con un Ejército, y yo como Clint trabajo solo.

Dicen que año de nieves año de bienes. Pues en este caso hemos empezado bien.  











2 comentarios:

Montse dijo...

¡Menudo viajecito!
Yo creo que Anibal habría dado marcha atrás ante una caravana bajo la nieve así.
Un abrazo.

hitlodeo dijo...

No. Anibal habría seguido Montse. Lo que no sé es como conseguí seguir yo. XDA