La receta de hoy es una variante del ragout tradicional. Usaremos Secreto de cerdo, y no estamos hablando de los Secretos de los políticos, sino de la carne de cerdo. También usaremos tomillo. Me encanta el tomillo. Y es que yo nací en el Mediterráneo...
Necesitaréis los siguientes ingredientes:
Secreto de cerdo.
4 o 5 Zanahorias
Tomate frito
Tomillo
Un vaso de vino
Harina
Un puñado de guisantes
1 Cebolla mediana
Aceite
Sal
El lector observador se habrá percatado de la ausencia de los guisantes. Se me olvidó comprarlos, y como ya estaba cocinando y realizando el reportaje gráfico, pues seguí. Además, ¡qué pasa, a vosotros no se os ha olvidado nunca nada!
Esto,.., sigamos.
Ponemos un poco de aceite en una cacerola, y encendemos el fuego. Esto último tiene su importancia. A mi me llevó media hora darme cuenta de que si no lo hacía no se calentaba el aceite. ¡Qué cosas!
Una vez caliente el aceite doramos los trozos de secreto, y los reservamos.
En la misma cacerola ponemos la cebolla picada en trozos pequeños, y la doramos un poco.
Agregamos una cucharada sopera de harina y removemos.
Volvemos a incorporar la carne.
Añadimos el vino (si nos hemos bebido el vaso, rellenamos otro, ¡es que sois unos viciosos!), agua hasta que justo cubra la carne, una cucharadita de las de café de tomillo, y lo salamos (es mejor quedarse corto de sal que pasarse, lo primero se puede arreglar).
Lo dejamos cocer tapado unos 20 o 30 minutos. Conviene mirar la salsa que nos queda para estimar este tiempo.
Pasado ese tiempo añadimos las zanahorias, peladas y cortadas a lo largo, y dos cucharadas de tomate frito. Dejamos que siga cociendo unos 15 o 20 minutos, siempre controlando la salsa.
Y unos cinco minutos antes de apagar añadimos los guisantes. Sí, los que me he olvidado.
Finalmente obtenemos un guiso delicioso que no tiene nada que ver con el aceitoso ragout que me ponen en el comedor del trabajo, y al que cariñosamente bautizamos como Friskies. Bueno, a lo mejor no tan cariñosamente.