Las luces de neón duermen a la ciudad, la noche abre sus puertas, te encierras en la oscuridad... ¿Qué? ¡Ah, qué estamos en el aire! Son los problemas del directo. Me habéis pillado versionando una vieja canción de Obús. Hay cosas peores, como oírme cantarla.
Pero centrémonos en el tema del post. Un post que he alargado mucho tiempo, porque como ya dije hace tiempo, no quiero que se acabe el verano. No, este año me cuesta dejarlo atrás.
Pero comencemos como se debe comenzar, con un vídeo de introducción a lo Metro.
¿Qué ha tenido de especial este verano? Muchas cosas. El calorcito, mi cuello me ha respetado, he disfrutado como un enano, se ha alargado hasta el sábado pasado,...
En este verano hemos disfrutado de la arena como entretenimiento típico. Aquí está la obra de mi hijo L., un cucudrulu bastante logrado.
Y también la escultura de arena de mi hija E. y su prima P., una tartaruga (tortuga). Maravillosa a su nivel.
Hemos hecho excursiones por los bosques galegos, por donde se perdieron todos menos L. y yo. Por supuesto gracias a L. que se orienta mejor que yo. Grabamos vídeos haciendo de Tarzán, e imitando a José Mota mientras esperábamos al resto que se habían confundido al coger el camino de vuelta. Escuchábamos a mi mujer y los demás diciéndonos a gritos que se habían equivocado y que los esperásemos en un cruce. L. coñeaba a su madre haciendo de eco. Se estaba jugando el pellejo.
En el paseo encontramos curiosidades como los restos del molino de la foto.
O el árbol con forma de tirachinas, que además tenía las raíces al aire, pero que seguía muy vivo.
Más cosas que echar de menos. Lo que disfrutó E. con sus primas y con su hermano, cuando los llevamos al monte y a la playa de noche a ver las estrellas fugaces. Bueno, en el monte se acojonaron un poco. Todo oscuro, enmedio de esos eucaliptos gigantescos, los ruidos de la noche y del viento. Pero pronto se les pasó al ver la primera estrella. Más tarde, en la playa vieron muchas más, todos excepto mi pequeña E. que estaba muy enfadada porque no conseguía ver ninguna. No lo consiguió hasta que, de vuelta a casa, nos tumbamos en la entrada y allí empezó a ver muchas. Todos durmieron felices esa noche, a las tantas pero contentos.
El cambio de L. que me preguntaba si iba a ir al pueblo andando o en coche. Sólo son un par de quilómetros y por eso suelo ir andando, pero si me lo preguntaba le decía que en coche, porque entonces el decía que se venía conmigo, para tomarse una Fanta con unas tapas. Le encantan los chinchos. Yo le dije que en Vigo a los de Madrid les llaman los Jodechinchos, y el me contestó que el era un auténtico Jodechinchos, porque se los comería todos.
Empezar a salir de tapas con tu hijo es un momento crucial en la vida. Recuerdo que en una de esas escapadas mi mujer me pidió que trajera levadura porque iban a hacer una empanada. Cogí el coche y me fui con L. a buscarla. Una vez comprada L. me dijo que no teníamos tiempo para tomar una tapa. Y yo le pregunté que por qué no. El respondió: Mamá necesita la levadura para la empanada. Yo lo tranquilicé como sólo un padre sabe hacer, demostrando la sabiduría que le ha proporcionado la experiencia:
- L., es la una y media, y no comemos nunca antes de las cuatro. Además, estoy seguro que la empanada no es para comer, será para cenar o para mañana. Tenemos tiempo de ir al Jabuguito a tomar unas tapas y una cervecita (el una Fanta).
Estando en el bar, y viendo que estaba intranquilo impartí más clases de padre que está de vuelta de todo.
- Mira. Si al llegar a casa tu madre te pregunta, le dices que había mucha cola en la panadería, y mucho tráfico en la carretera - rematando esta enseñanza con un trago de cerveza saboreado al final entre los labios. Lo estaba bordando, me debían de dar el premio al padre del año -
En ese momento L. contestó:
- Vale. Pero si mamá me pilla le digo que la culpa es tuya.
¡Joder! Que rápido aprenden.
Acepté el trato y no nos pillaron, o no quisieron hacerlo.
También se echarán de menos las tardes en la playa, incluso al ponerse el Sol. ¡Qué buen tiempo hemos tenido!
Incluso a la vuelta, en Madrid, hemos pasado grandes momentos. En la foto de abajo un pez nos sobrevuela en el túnel de Faunia. Recuerdo la canción "El Barón vuela sobre Inglaterra".
Llegó oficialmente el otoño, aunque no físicamente. Éste se manifestó realmente el sábado pasado. Ya el viernes había comenzado a soplar el viento.
Y el sábado amaneció el otoño de repente. La imagen no dejaba lugar a dudas, ya no se iba a alargar más el verano. Llegaba el frío, y yo me encuentro en alerta por mis cervicales. Esperemos que el gimnasio sirva de algo y este año vaya mejor. Me gustaría disfrutar también del invierno.
2 comentarios:
Ahá, al fin salió la entrada perdida. La veía en mi actualizador pero no aparecía.
Ahora veo que te la has currado bien, con videos y todo. Grande!
Con un veranito de tan buenos recuerdos me parece lógico que lo tengas casi atado a la pata de la cama para que no se te vaya.
Aquí en Yecla se me queda más lejano pues en septiembre suele venir el frio de golpe dando puntapiés al verano. Con decirte que dicen que Yecla no tiene otoño por lo brusco que llega el frio...
Pero qué orgulloso se te ve ante tu paisaje galego, eh? Me parece que como jugais con meigas siempre tenéis los bosques encantados y con magia, jeje. Reconócelo.
En fin, deja que se marche el verano sin problema, que te digo yo que ese vuelve de nuevo. ¿Apostamos algo?
Un abrazo
PD. Cucudrilo y tartaruga de exposición! :D
PD2. ¿Lecciones de camuflaje y trolas a tu hijo? Pero tio, eso es jugar con fuego!! Al final ellas se enteran siempre!! XD
Hola JuanRa. El verano tiene muy buenos recuerdos. Y aquí en Madrid también pasamos de verano a invierno directamente.
Los bosques gallegos son unos lugares que parecen encantados. La luz se pierde bajo sus alta y densa arboleda. No me extraña que surjan las leyendas de las meigas.
Lo de tartaruga es tortuga en gallego (sino me he equivocado), y lo de cucudrulu es del viejo chiste de: ¿qué animal tiene cuatro ues en su nombre?
Las lecciones a un hijo, si te salen bien (que no las tenía todas conmigo) te hacen sentir grande. Aunque normalmente te pillan ¡Ouch! Pero esta vez no fue así.
Volverá el verano, pero ahora espero superar la prueba invernal y disfrutar del frío.
Un abrazo
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