Esta receta es el vivo ejemplo de la frase: en todas partes cuecen habas. En mi anterior trabajo tenía mis charlas e intercambios culinarios con mis compañer@s de trabajo, y en este no podía ser menos. El círculo de cocina se amplía, ya que el grupo anterior nunca se ha disuelto, se ha mantenido vía correo electrónico y blog. Y en esta nueva ubicación no hay día que no salga salivando y con los jugos gástricos pidiendo marcha. La charla coloquio sobre restaurantes, recetas,..., a ciertas horas surge sola. Todo menos hablar de trabajo, eso sería de mala educación.
Hace unos días mi compañera Pilar me comentó que había hecho unas costillas adobadas con níscalos (también conocidos como rovellons), que le habían salido buenísimas. Automáticamente comencé a salivar. He llegado a pensar que experimenta conmigo como Paulov con sus perros. Con los ojos en blanco y cara de Homer Simpson, logré articular las siguientes palabras: Níscalos, ¡Aaaarrrggglll!, ¡Costilla. Receta poder tu daaar!. Como es muy buena persona, y ya me conoce, entendió lo que quería decir y me dio la receta. Receta que me apresuré a hacer porque la temporada de rovellons se acaba pronto. Y el resultado es una delicatesen.
Gracias Pilar.
Necesitaréis:
1 Bandeja de Nícalos (Rovellons)
2 patatas por comensal (más o menos)
1 Kg de costilla de cerdo adobada
1 Vaso de vino blanco
½ Cebolla grande
3 Dientes de ajo
1 Hoja de laurel
1 Pastilla de caldo de carne
Aceite
Sal
Picamos el ajo y la cebolla.
Quitamos la tierra de los níscalos pasándolos un poco por agua.
Cogemos la olla a presión y,... No, no hacemos una bomba, que habéis visto demasiadas pelis de Chuck Norris, ese hombre que se come los higos chumbos como si fueran pepinillos, sin pelar. Bueno, ponemos aceite de oliva en el fondo de la olla a presión.
Pelamos y chascamos las patatas, es decir, las cortamos en trozos y damos un tirón antes de terminar el corte.
Calentamos el aceite y le agregamos el ajo y la cebolla, revolviéndolos hasta que estén algo pochados.
Añadimos la costilla adobada y la doramos un poco.
Añadimos un vaso de vino blanco y removemos unos minutos para que se evapore el alcohol.
Agregamos agua hasta que justo cubra la costilla, añadimos la pastilla de caldo de carne y la hoja de laurel.
Cerramos la olla y ponemos el fuego al máximo (en mi caso llega hasta el 6) hasta que suba la válvula de la olla, en ese momento bajamos el fuego hasta la tercera parte (en mi caso lo dejo entre el 2 y el 3), y lo dejamos cocer media hora. Se trata de que al terminar la carne de la costilla se desprenda del hueso con solo tocarla con la cuchara.
Mientras se cuece la costilla, cortamos los rovellons lavados en trozos.
Al pasar la media hora abrimos la olla, con cuidado, dejando salir el vapor primero.
Una vez abierta añadimos los níscalos y las patatas, y algo de agua si hubiera poco caldo. Si os gusta espeso no añadáis nada de agua, o echar muy poca.
Dejadlo cocer a fuego medio hasta que la patata esté hecha.
Finalmente obtendréis una delicia como ésta.
Simplemente delicioso. Os lo recomiendo a todos.
7 comentarios:
Es chulo eso de tener compañeros que te pasan las recetas ¡yo te tengo a tí! y esta tiene muy buena pinta, como todas las que pones.
Yo hago algunos guisos con Rovellons, aunque como más nos gustan son a la brasa y con una picada de ajo y perejil, que más sencillo no puede ser. Así con costilla no lo conocía.
Besitos ¡y le das las gracias a Pilar de mi parte!
Gracias Montse. Se lo diré a Pilar.
A mi los rovellons me encantan a la brasa con picada, como tú dices, pero cuando Pilar me empezó a contar lo del guiso con costilla adobada se me hizo la boca agua y no pude resistirlo.
Lo que de verdad está bien es estar rodeado de gente cariñosa, y que te hacen sentir bien. Yo tengo esa suerte en mi trabajo, en mi vida y en el ciberespacio. Tengo mucha suerte de teneros a todos vosotros.
Besos.
PD: Cuidado con los rovellons que tiñen la orina de rojo, si comes muchos, y te puedes llevar un susto. Por experiencia.
Ya sé eso del pipí rojo!!
Es como todo, la primera vez me asusté, pero ahora lo tengo superado, jeje.
Besos.
Ya sé eso del pipí rojo!!
Es como todo, la primera vez me asusté, pero ahora lo tengo superado, jeje.
Besos.
Yo me llevé un buen susto. Por eso lo aviso. Aunque casi todo el mundo me dice que ellos también se llevaron el susto correspondiente. Al menos no soy tan Homer.
Besos
Pues además de rovellons y níscalos, hace poco descubrí que también se les llama esclatasangs, que suena muy macabro, y a lo mejor tiene que ver con eso de que tiña la orina de rojo.
En cualquier caso, me encantan, son un auténtico manjar.
Me hace gracia lo fácil que parece la cocina cuando la explicas por aquí :)
He buscado el nombre de esclatasangs, que no conocía, y he encontrado que se llama así la variedad rovellons "Lactarius sanguifluus", que al cortarlo suelta una especie de resina rojiza, y que por los pinares de Alicante se encuentra otra variedad: "Lactarius vinosus", a la que también le llaman esclatasangs, y que es como el hermano pequeño de la anterior.
Es como una alegoría de tu Jefe y tú. Cerca de Alicante se da una especie de Diablo (aunque algo bonachón), pero que no deja de ser Diablillo.
Seguro que algo tenéis que ver tu jefe y tú con estas setas, que además sangran al cortarlas, y acojonan al comerlas por primera vez. :S
Un abrazo JuanRa.
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