viernes, 29 de noviembre de 2013

DIVERCHICHAS

Esta es una receta para entretener a los más pequeños. Lo cierto es que es un poco laboriosa si no tienes una cacerola bien grande, porque te obliga a usar varias, o a cocinar por partes.

Lo curioso es que esta receta me la indicó un compañero de trabajo, Nelson, y también la conocía María José, otra compañera de trabajo. Ambos soportan de cuando en cuando mis chorradas, e incluso leen algunas veces el blog. Sí, los amigos son así de sacrificados.

La cuestión es que charlando de todo un poco, nos pusimos a hablar del blog, de las recetas, y Nelson me preguntó si conocía las salchichas con espaguetis pinchados. Puse cara de haba (más aún de la que normalmente paseo por el mundo) y Nelson dedujo hábilmente que no. Así que me explico que pinchando unos cuantos espaguetis en unas salchichas y cociéndolos, quedaban con formas divertidas de muñecos con melena. Automaticamente se encendió una luz en mi cerebro, aunque pudo ser un fluorescente del techo. Yo tenía que hacer algo con esa idea. Molaba mogollón. En mi cerebro empezaron a desfilar figuras de Airgamboys, Clicks de Famobil, Madelmans,... Estaba decidido, en cuanto llegara a casa diseñaría algún boceto y elaboraría la cena de los niños. Las Diverchichas estaban en marcha.

Si queréis hacerlas necesitaréis:

4 Salchichas Frankfurt
Espaguetis
Bacon
Puré de Patatas
Leche
Mahonesa
Ketchup
Mostaza
Aceite
Sal





Primero prepararemos el puré de patatas. Para ello vertemos un poco de puré en un plato hondo.






Llenamos un recipiente con abundante agua y leche, y lo calentamos 2 o 3 minutos en el microondas.







Echamos el agua con leche sobre el puré, y lo vamos removiendo hasta conseguir una salsa suficientemente suelta. En ese momento la salamos al gusto, y la reservamos.






Sacamos dos salchichas y las atravesamos longitudinalmente y transversalmente con los espaguetis. No es fácil, se acaba saliendo el espagueti por los lados y tienes que doblar algo la salchicha para conseguir que el espagueti quede dentro.

Podéis ver un ejemplo de dos futuros muñecos en la foto de abajo.






Claro que ya os dije que mi mente estuvo rumiando todo el día el diseño del plato, y como yo tuve muchos Madelman de pequeño, intenté crear uno pero me salió un Geyperman.

Abajo podéis ver el boceto precook (como molo inventándome palabros en inglés para hacerme el entendido) del muñeco articulado. Hasta faldita Hawaiana tiene. 








Los siguientes pasos se pueden hacer a la vez en varias ollas con agua, sal y un poco de aceite. Cuando las ollas rompan a hervir introducimos un puñado de espaguetis en una de ellas, y los dejamos unos 8 o 10 minutos.







También introducimos los muñecos, con mucho cuidado para que no se rompan los espaguetis, en las otras ollas. Abajo podéis ver al Geyperman tomando un baño en su yacuzzi ¡Como un señor!

Los muñecos conviene dejarlos 10 minutos en el agua hirviendo.








Sacamos los espaguetis sueltos y los colocamos en un plato dándoles forma de ola.






Hacemos el bacon en el microondas, como indicamos en la receta de las salchipapas.





Cortamos un trozo del bacon para hacer la tabla de surf, y la colocamos sobre la parte baja de la ola.






Con mucho cuidado colocamos el Geyperman comestible sobre la tabla.








Decoramos la cresta de la ola con un poco de mahonesa a modo de espuma marina. Un pegote de mostaza nos puede servir para hacer el Sol. Un poco de puré de patatas hará de nube. Con ketchup, mahonesa y paciencia le dibujaremos los ojos, la boca y la nariz. Y ya tenemos nuestro superplato listo para ser devorado inmediatamente.

Éste le tocó a mi hija, que le puso ketchup a los espaguetis, lo mezcló con el Sol de mostaza, y con la espuma de la ola (mahonesa). Le encantó la salsa que le salió y me dijo que había que patentarla, así que decidimos llamarla Salsa Makemos (Mahonesa, Ketchup y Mostaza), y a partir de este momento queda registrada como inventora de esta salsa mi hija E.







El otro plato lo confeccioné con el puré a modo de arena de playa. Las salchichas decoradas con ketchup y mahonesa para hacerles los ojos, la boca y la nariz. Unos trozos de bacon para hacer el bañador del chico y el bikini de la chica, que además lucía un cinturón dorado formado por los espaguetis. Esto ya parece la pasarela Cibeles. Los muñecos los coloqué enfrentados, abrazados, y con miradas de amor quinceañero.

Esta presentación puede ser la revolución de los platos del día de San Valentín. Aunque para los matrimonios que lleven más de 10 años juntos estoy pensando en hacer uno con los muñecos estrangulándose.








Pues esto es todo. Una receta sencilla, entretenida, con infinidad de posibilidades, y que a los niños les hace mucha gracia.

Unos whiskys o ser un pelín esquizofrénico ayuda a la creatividad. Creo que no hace falta que os diga cual es mi caso. Ya sabéis que cumplo los dos requisitos.

Ánimo, y a crear nuevas figuras.






jueves, 21 de noviembre de 2013

PERRITO URUGUAYO

Este es un plato que vi en el Restaurante La Parecida (Moaña - Pontevedra), del que ya he hablado otras veces, y que dirige Jose, un uruguayo muy simpático, excelente persona e insuperable cocinero, acompañado de su familia. No hay nadie que haga las pizzas al horno de piedra como él, y tampoco le van a la zaga sus raviolis, su lasagna, sus chivitos,... ¡Aaaarrrrggggglllllll! ¡Slurp! Perdón. Es pensar en el bar de Jose, venirme a la cabeza todos sus platos, y ponerme a babear.

El plato que os descubro hoy es relativamente sencillo, aunque me ha costado un par de intentos que me quedara aceptable. Lo cierto es que el día de mi santo pedí unos raviolis cuatro quesos, pero mi sobrina, que vive más cerca que yo de Jose, pidió el perrito, y fue verlo y grabarlo en mi subconsciente para intentar recrearlo en casa. Esto es una prueba y no las de Top Cheff: intentar hacer un plato solo con verlo, sin probarlo.

La verdad es que no ha sido tan fácil como me pareció en un primer momento, y aunque me ha quedado muy rico (según veredicto jurado-hijos), dudo haber llegado al nivel de sabor de mi vecino y amigo uruguayo Jose (no, no es Spiderman). Pero nunca he tratado de superarlo, porque la mano que tiene Jose para este tipo de cocina es mágica.

Sin darle más vueltas necesitaréis los siguientes ingredientes:

  • Salchichas Frankfurt (Yo uso Óscar Mayer con bacon y queso. Voy a tener que cobrar por la publicidad)
  • Mozzarella fresca
  • Mozzarella rallada
  • Pan de perrito
  • Orégano






Abrimos los panes de perrito sin separarlos completamente ¿Porqué? La verdad es que da igual si los separáis, pero así me tiro un poco el pisto en plan supercheff. Colocamos los panes sobre una bandeja del horno.

Calentamos 30 segundos en el microondas las salchichas y las colocamos sobre los panecillos.

Añado aquí una aportación de mi cuñada, el estilo Padilla, que consiste en cortar la salchicha longitudinalmente, aunque sin separarla del todo, igual que el pan. Así, colocando la salchicha hacia abajo, evitamos que resbale cuando cerremos el bocadillo.

Dejo a vuestra elección el uso de la salchicha completa, o la salchicha Padilla. Pero no es una mala idea lo de abrirlas para evitar que resbalen y se caigan por abajo. Sobre todo si están destinadas a niños.







Cortamos en rodajas la mozzarella fresca, la colocamos sobre las salchichas hasta cubrirlas, y rociamos el queso con orégano.







Acto seguido cubrimos todos los perritos con la mozzarella rallada.








Precalentamos el horno para gratinar durante 10 minutos a 180 grados, e introducimos la bandeja con los perritos.








Vigilamos los perritos, y cuando estén tostados a nuestro gusto los sacamos.







Y los emplatamos.








Están deliciosos. Yo me los comí tal cual, pero se pueden comer con ketchup y mostaza. Esto va según los gustos.

Hoy se me ha ocurrido que algo que le iría muy bien sería añadir una anchoa (o dos) antes de meterlos en el horno. Lo que abre la puerta a una nueva dimensión de experimentos culinarios con la base del perrito uruguayo.

Os dejo como ejercicios para el fin de semana las prácticas con los ingredientes extra.

Creo que este sería el ejercicio que me gustaría que me pusieran a mi en los cursos que hago, así que no os quejéis y a disfrutar.






lunes, 18 de noviembre de 2013

ESCIPIÓN EL AFRICANO. SANTIAGO POSTEGUILLO

Me enganché a las novelas de Santiago Posteguillo con "Los Asesinos del Emperador", y tal fue la adicción en la que me sumió esta poderosa droga que busqué como un poseso más obras de este autor, y claro está, las encontré: "Africanus, el hijo del cónsul", "Las legiones malditas" y "La traición de Roma".

Comencé a principios de agosto con Africanus, y según iba avanzando me iba enganchando más y más. Siempre me engañaba con la típica frase del drogota: esto lo controlo, puedo dejarlo cuando quiera. Pero como he dicho, me engañaba a mi mismo, según me inyectaba dosis de capítulos mi dependencia aumentaba.

Acabé el primer libro y continué con Las Legiones Malditas, y aunque se acabaron las vacaciones, seguí leyendo por las noches en la cama, robándole horas al sueño, aunque debo reconocer que esta costumbre tuvo su inicio en mi más tierna infancia. La lectura antes de dormir tiene un efecto relajante sobre mí, me hace olvidar los problemas diarios y esto es bueno, pero cuando te enganchas a un libro se produce el efecto droga, cada vez necesitas dosis más fuertes, le robas horas al sueño, no quieres dejar de leer pero sabes que tienes que madrugar para ir a trabajar. Esto es lo que me ha sucedido con todos los libros de Santiago Posteguillo.

Ahora que he terminado con la trilogía de Escipión me he quedado con un excelente sabor de boca, pero con un ansia difícil de controlar de comprar "Circo Máximo" y empezar a leerlo. No obstante me he propuesto dejar que pasen unos días para facilitar el regalo de Navidad, y de paso para desintoxicarme un poco.

La historia de Publio Cornelio Escipión y Anibal Barca es apasionante, la narración de Santiago maravillosa, la ambición de Quinto Fabio Máximo y Catón el Viejo, paradigma de políticos en el sentido más peyorativo de la palabra, execrable, tanto que tras su férrea defensa de las virtudes conservadoras romanas, el último tuvo un hijo con una esclava y se casó con ella. Este hijo abriría la línea sucesoria que llevaría hasta Catón el Joven, que participó en conjuras contra otro gran General romano: Julio César. De casta le viene al galgo.

Catón es sinónimo de tesón, era constante y concienzudo, y creó obras como su tratado de agricultura, pero eso no le libera del calificativo de trepa, y de representar la envidia en estado puro.

Catón para mí, tras la apasionante lectura de estas novelas y las posteriores consultas a la enciclopedia, representa el típico político actual, representa el ansia de poder, la envidia enfermiza hacia el que es mejor que él.

Sin embargo, Escipión y Anibal representan al guerrero noble (encuadrado en una época donde la vida se entendía de otra forma, una forma cruel a nuestros ojos), orgullosos también, y que se defienden mejor en el campo de batalla que en las movedizas arenas de un Senado donde las armas son las lenguas afiladas. Estos dos Generales por causa del azar lucharon en bandos contrarios, y acabaron sus días de la misma manera, desterrados de su patria por políticos manipuladores cuando habían dado a sus naciones las mayores victorias de su Historia.

Recomiendo a cualquiera que tenga el valor de retroceder en el tiempo, que coja su gladio, su escudo y su pilum, y se adentre sin miedo entre las páginas de esta trilogía.






viernes, 15 de noviembre de 2013

ALBÓNDIGAS LOREN

Estaba un Sábado sentado en el sofá viendo una peli, y no sé por qué se me ocurrió que podía hacer albóndigas. Casualidades sin explicación alguna.

La receta de las albóndigas la estudié en varios manuales, y pregunté a la madre que me parió. Con estos conocimientos y lo que tenía en la nevera me dispuse a improvisar el plato. Sí, improvisar, porque cogí varias verduras y las fui picando para hacer la salsa Loren, siguiendo un método científico como siempre: me gusta ésta, y ésta, y ésta,..., pues todas juntas tienen que estar riquísimas. Vamos que salió el Hommer que llevo dentro. Pero funcionó. Quedó una salsa buenísima que supero la prueba de los mejores críticos culinarios, mis niños. Lo que me ha condenado a repetir esta receta varias veces. Y más feliz que nadie se las hago.


Necesitaréis lo siguiente:

500 gr de Carne picada mixta
Perejil
2 Dientes de ajo
Miga de pan
Leche
(También se pueden comprar las albóndigas ya hechas, pero pierde calidad)
1 Pimiento verde
1 Calabacín
1 Cebolla
1 Tomate
1 Huevo
Harina
Tomillo
Colorante alimentario (o azafrán)
Aceite
Sal









Comenzaremos haciendo las albóndigas, salvo que os hayáis decidido por las prefabricadas, es este caso podéis saltaros la elaboración de las pelotillas.

Cascamos el huevo y lo batimos.






Cogemos la miga de pan y la ponemos en el mortero. Colgad el teléfono, es el mortero de cocina, no el otro. Además, por mucha crisis que haya el Ministerio de Defensa no alquila esos trastos.

Agregamos un poco de leche a la miga y la machacamos un poco, hasta que quede esponjosa.







Ponemos un poco de harina en un plato.






Picamos un diente de ajo y el perejil.






Vertemos el ajo y el perejil picado en el huevo batido.





Añadimos también la carne picada (que previamente habremos salado) y la miga mojada en leche, y mezclamos todo bien.









Ahora llega el momento de agarrar un puñado de la mezcla de carne y hacer una pelotilla redonda. Como cuando hacéis una bola de nieve, o una de arena en la playa.

Una vez hecha la albóndiga la pasamos por el plato de harina hasta que se recubra con una fina película.







Una vez terminadas todas las albóndigas pasamos a la preparación del plato. El que haya optado por las albóndigas prefabricadas puede seguir a partir de aquí.

Picamos un diente de ajo.





Picamos la cebolla.





Cortamos el tomate por la mitad.




Picamos el pimiento.





Picamos el calabacín.




Colocamos un poco de aceite en una cazuela y doramos las albóndigas. Una vez doradas las reservamos.









En el mismo aceite freímos la cebolla picada, el diente de ajo picado, el pimiento y el calabacín.









Una vez pochadas las verduras rallamos el tomate sobre la cazuela, removemos y dejamos que se cocine un poco. Podemos añadir un poco de azúcar si queremos matar la acidez del tomate.







Añadimos un vaso (de los de agua) de vino, y dejamos que se cueza unos minutos.






Volvemos a introducir las albóndigas.




Añadimos agua hasta que justo cubra las albóndigas.





Añadimos el colorante y el tomillo, y salamos un poco el guiso.








Dejamos cocer 15 minutos más o menos, para que se vayan haciendo las albóndigas y reduciendo la salsa.





Y finalmente obtenemos este suculento plato.










También podemos extraer las albóndigas y pasar la salsa por la minipimer para que no queden tropezones. El plato quedaría así.






Esto según los gustos, y según el tipo de comensales a los que vaya dirigido el condumio. Los niños suelen preferir la salsa pasada por la minipimer, aunque los míos prefieren la salsa con los tropezones.

Espero que os guste.